El cargo por confiabilidad, que son recursos públicos, porque lo pagamos el universo de los consumidores, se lo han apropiado los generadores, siendo alrededor de 15 o 20 billones de pesos de los cuales jamás han rendido cuentas, y tampoco han sido destinados en ninguna proporción para mejorar las condiciones de las minas, que debiera ser la primera acción.
Y el costo de tal modernización debe ser asumido en el mayor porcentaje por los generadores de energía que conforman el complejo Termopaipa y sus cuatro Unidades cuyas operadoras son Gensa, de un lado, empresa de carácter público y la Compañía eléctrica Sochagota S.A., empresa que no tendría por qué tener hoy la propiedad de la planta debido a que este activo debió revertir a la nación colombiana en enero de 2019, pero que no fue posible por la torpeza, el oportunismo, o la mala fe, o francamente producto de una conducta dolosa, de quienes suscribieron el contrato, proceso que se dio entre los años 1994 a 1998, pero que nadie se ha atrevido a cuestionar y, sobre todo, a investigar y señalar responsabilidades.
Como quiera que sea, y ante los más de treinta accidentes ocasionados este año en la minería del carbón térmico en Boyacá se hace inaplazable la puesta en marcha de la modernización de las minas dedicadas a la extracción de este material, cuyo volumen principal se dedica a generar la energía indispensable para asegurar el suministro firme que el país requiere.
La generación de las cuatro unidades de Termopaipa es clave en el mapa energético, así que su producción es de interés nacional lo que a su vez querría decir que los costos que demande su funcionamiento pleno desde la producción del carbón, debe ser pagado por todos los colombianos; y de hecho lo es. Si se observa con cuidado, los recursos para llevar a cabo un programa general de modernización de las minas, han estado garantizados. Primero, porque desde comienzos de este siglo se ha aplicado el denominado cargo por confiabilidad que consiste en que los consumidores pagamos por la disponibilidad de las plantas generadoras y por el combustible que demanden. Por supuesto, los generadores jamás han incluido en la cadena el beneficio para el primer eslabón que en este caso son los productores del carbón, dado que estos son considerados marginales y despreciables a pesar de ser los que suministran la materia prima.
La realidad en este frente es que los recursos pagados por el cargo por confiabilidad, que son públicos, porque los pagamos el universo de los consumidores, se los han apropiado los generadores, siendo alrededor de 15 o 20 billones de pesos de los cuales jamás han rendido cuentas, y tampoco han sido destinados en ninguna proporción para mejorar las condiciones de las minas, que debiera ser la primera acción.
De otra parte, este año, al final del ejercicio económico de los dos operadores de Termopaipa, con seguridad, las utilidades obtenidas serán extraordinarias, las cuales se acumulan a los excedentes de los últimos tres o cuatro años de bonanza en el precio de la energía cuyas tarifas se han incrementado de manera exorbitante, dada la escasez de lluvias, lo que ha hecho todavía más importante la generación térmica y de esta la más firme es la que se da a partir del carbón, dado que de esta materia prima hay suficientes reservas a diferencia del gas natural que ahora también empieza a escasear. De manera que ahí están los recursos necesarios para iniciar un proceso de tecnificación y aseguramiento de las minas.
Ahora que hubo cambio en el Viceministerio de Minas, con la nueva funcionaria al frente, habría que empezar de inmediato la discusión de este asunto junto con el Ministerio de Trabajo, la Agencia Nacional de Minería, el gremio de productores y los ejecutivos de las generadoras, que lleve a diseñar la inmediata intervención para financiar y sacar adelante el programa de aseguramiento de las minas, que como queda demostrado, de lo único que no se pueden quejar es de falta de recursos.
Además, porque la producción de carbón para generar energía parece que sigue siendo una alternativa válida dado que hoy las nuevas tecnologías permiten la operación de plantas altamente eficientes cuyas emisiones reducen extraordinariamente los impactos ambientales, y como dice Elon Musk, uno de los principales fabricantes de vehículos eléctricos del mundo, Tesla, su compañía, estima que sus coches eléctricos producen menos del 50% de CO2, incluso si la energía viene de una planta térmica de carbón.