Rectoría de la UPTC: el baile de los que sobran

Hisrael Garzonroa
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Comienza un nuevo periodo académico, y, seguramente, ni estudiantes, ni profesores, ni empleados administrativos, estarán de acuerdo, con las pretensiones de quienes acechan para tomarse la administración de la institución en nombre de las viejas camarillas. La universidad como institución educativa, está por encima de las mezquindades de los juegos de poder.

Hace cerca de tres meses el rector de la UPTC, ingeniero Óscar Hernán Ramírez tuvo un accidente cerebro vascular. Para mantener el rumbo trazado se encargó de la Rectoría al Vicerrector Administrativo y Financiero, Alberto Lemos, luego de un fugaz paso del actual Vicerrector de Investigaciones, Enrique Vera, ungido por los poderes fácticos. Desde entonces, simultáneamente a su lenta convalecencia, se tejen y destejen todo tipo de conjeturas sobre su continuidad en el cargo, además de la seguidilla de difamatorios panfletos anónimos contra algunos de los integrantes de su equipo de colaboradores, que circularon por las redes sociales, hace algunas semanas.

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Quienes no quieren su pronto reintegro, acechan desde escritorios y pasillos, buscando reposicionar a algunos de los funcionarios pertenecientes a la administración que concluyó a finales de 2018. Quienes desean su pronto retorno, continúan contra viento y marea, sosteniendo el engranaje académico-administrativo de la institución universitaria. 

Aparte del acecho de quienes medran en los laberintos de la burocracia, se conoce que también desde fuera de la universidad, las presiones de quienes la han considerado un “coto de caza” de sus pretensiones clientelares, no cesan, ratificando que la ambición no tiene límites

Sumado a lo anterior, recientemente apareció un sindicato de profesores, conformado por exdirectivos de la universidad (un ex vicerrector, dos ex decanos y otros removidos funcionarios de la administración de Alfonso López), cuyo propósito y orientación, pueden intuirse: ser el santuario de la derecha recalcitrante y estar al servicio de quienes añoran volver a manejar las riendas de la universidad.  

Sin embargo, a pesar de que han querido, desde diferentes flancos, evitar el regreso del actual titular de la Rectoría, y remover al encargado de este despacho, para poner a sus alfiles en los puestos de mando (léase vicerrectorías), las cosas no han salido como lo esperaban. Quizá, muy pronto, reasumirá el ingeniero Ramírez su cargo y las cábalas burocráticas de quienes están agazapados, listos para dar “jaque mate”, se desharán en el aire. 

La universidad como institución educativa está por encima de las mezquindades de los juegos de poder

La universidad atraviesa por una situación sin precedentes: un rector que se recupera de un lamentado episodio de salud, a la par que inocultables intenciones de forzar un relevo, tanto en la Vicerrectoría Administrativa, como en la Rectoría, y así instalar al candidato de sus preferencias que aguarda el momento oportuno para salir a la palestra.

Comienza un nuevo periodo académico y, seguramente, ni estudiantes, ni profesores, ni empleados administrativos, estarán de acuerdo con estas pretensiones. La universidad como institución educativa está por encima de las mezquindades de los juegos de poder.

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