Por | Claudia Isabel Sánchez
El papel de las parejas, de las y los recién elegidos, dados los antecedentes poco claros e incluso ilegales que se han dado en administraciones municipales y departamentales, otra vez empieza con la reorganización de gobernaciones y alcaldías en roles, funciones y estrategias. En el caso de Boyacá, con solo 10 alcaldesas, 113 alcaldes -seguramente 113 gestoras sociales-, hace que este artículo se refiera especialmente a las parejas de los alcaldes, sin desconocer las nuevas relaciones que imponen salir de tradicionales modos de pareja o familia o, por supuesto, los nuevos liderazgos.
Aunque parezca obvio que la esposa o hermana o novia o mamá del alcalde no es la alcaldesa, los ejemplos están en todas las direcciones. Frente al papel de ´la primera dama´ figura surgida a finales del siglo XIX y comienzos del XX en relación al rol protocolario de la esposa de los presidentes, las primeras damas regionales y locales empezaron a tener cada vez más presencia y protagonismo, pero sin la claridad de funciones, alcances, responsabilidades y otros aspectos que el ´ejercicio´ de tal papel implica para las hoy denominadas gestoras sociales.
¿Tienen funciones las gestoras sociales?
Frente a la pregunta si existe la figura jurídica de Primera Dama del Municipio y/o Departamento o en su defecto la de “Gestora Social”, y sobre cuáles son sus funciones y deberes y si esta es objeto de acciones disciplinarias, el Departamento Administrativo para la Función Púbica en abril de 2019 se refirió diciendo que “revisadas las normas sobre administración de personal no se encontró disposición alguna que regule el cargo, funciones, calidades, o régimen de inhabilidades e incompatibilidades de la primera dama del municipio o departamento.”
En conclusión, el papel de gestoras y gestores sociales es protocolario, lo cual queda claro en la sentencia C-089 de 1994, de la Corte Constitucional, respecto a la “Primera Dama” de la Presidencia de la República, al concluir que la gestora social entonces tendría la calidad de ciudadana particular frente a la administración pública, que no puede ejercer funciones y menos disposiciones administrativas, donde el despacho de la Primera dama (que tampoco debería existir, precisamente por no ser funcionaria) no está facultado para tener apoyo de empleados públicos.
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Los ejemplos y antecedentes de Tunja
Como capital, el escenario es de mayor visibilidad, sin desconocer los ejemplos en gobernación y demás alcaldías. La esposa del saliente alcalde, Pablo Cepeda, una digna docente vinculada al magisterio en Tunja, pese a tener la titularidad del cargo se dedicó desde el inicio del periodo a ejercer de manera plena en su despacho como gestora social. No se conoce si esta tarea la ejerció con la licencia correspondiente y si esta fue ¨no remunerada¨, teniendo en cuenta que su jefe inmediato el Secretario de Educación era subalterno de su esposo el alcalde. A la ‘doctora Isabelita’ como se referían contratistas que requerían una recomendación o un trabajo o una gestión especial, se le asignó un carro oficial con el que se desplazaba a realizar su formación personal académica. Ella se encargó de todos los asuntos de desarrollo social del municipio, con funcionarios a su cargo y recursos públicos de los cuales no hay registro específico precisamente por los vacíos legales frente al tema.
En varias ocasiones se ha mencionado que la feria empresarial tradicional que se realiza dos veces al año en la Plazoleta Las Nieves de Tunja es la caja menor para gastos de las gestoras sociales. Esta información no se ha verificado por entes de control ya que las denuncias no llegan de manera formal.
En el caso del recién electo Alejandro Fúneme, existe el temor de que haya un excesivo protagonismo de su esposa. El trabajo de gestión social tiene el sin sabor de no ser elegido, no pedido y tampoco diáfano en medio de vacíos que públicamente no se quieren discutir, so pena de herir la susceptibilidad de la familia del administrador y de muchos ‘seguidores’ que en medio del fanatismo prefieren el insulto al debate argumentado de este tema. Las gestoras sociales, entre tanto, enfrentan el dilema de dejar todo: proyectos personales, profesionales, familiares y hasta de pareja, por el no pedido ´honor´ y así pasar a ser blancos de críticas constantes, con la mirada cuestionadora que en medio de la opinión pública resulta voraz e implacable.
De Gisel Rodríguez, esposa de Fúneme, se dice que es perseverante, trabajadora y dedicada, que ha sido el sostén, incluso académico, de su también compañero de universidad. Su presencia en la campaña fue, dicen quienes estuvieron cerca, definitiva y gracias a su apoyo, Fúneme logró mantenerse estable frente a cuestionamientos de tipo personal. Sin embargo, al asumir la campaña como propia, la médica Rodríguez ejerció fuerte presión sobre el mismo candidato y marcó línea de mando por encima de este, incluso con referencias peyorativas para el candidato que sorprendían al equipo de campaña; y, en la posesión del alcalde, tuvo un inusitado protagonismo entregando una imagen de la Virgen del Milagro, a la que encomendó la gestión de su marido, en medio de una intervención que no corresponde al protocolo oficial.
Gestión social y políticas públicas con ‘buenas esposas‘
Otra vez esta sociedad seguirá con la deuda hacia las mujeres al asignarles el rol de las esposas, las hijas, las mamás, y no elegirlas de forma directa como las idóneas políticas y administradoras que de manera directa asuman el ejercicio de la administración y dirección de lo público.
Ante la necesidad de que brillen por sí mismas (que no es la premisa que votan las mayorías) lo que hoy se les asigna a estas mujeres, que terminan de gestoras sociales, no es su identidad personal sino pública, de acuerdo al estilo que exhibe los atributos relacionados con el ideal de mujer impuesta oficialmente, patriarcalmente, religiosamente, según las buenas costumbres. Mientras a Isabel, Aura Nely, Magdalena, Olga y demás gestoras municipales tunjanas se les imponía el ideal de discreción, caridad, fidelidad, delicadeza, buenas maneras, preocupación por terceras personas y ´valores´, la más joven de todas, que llega hoy, Gisel Rodríguez, podría marcar una línea que libere a las mujeres de esta imposición, con la inteligencia y audacia que se le asigna, con estilo propio, incluso declinando estar al lado de su ¨marido´, para seguir su camino profesional. O de continuar en el ¨cargo¨(que sabemos no existe legalmente) de gestora social, tener una agenda definida, enmarcada en una política pública, no solo de niñez, etc, en esa intención de elevar a lo público los trabajos que históricamente se asignaron a la casa: el cuidado de niños y ancianos, o como la gran madre sumisa y abnegada.
Aunque apenas esto comienza, las acciones de la médica Rodríguez no han sido esperanzadoras para las mujeres. La primera lectura que se hace con la posesión del alcalde en la que ella le regala el cuadro de la Virgen del Milagro, imagen que hoy está en el despacho, donde se tomarán las decisiones más importantes para la ciudadanía durante estos cuatros años, se diría que en señal de vigilancia de la pureza del mandatario, donde algunos se contentan con pensar que se trata de la castidad en el uso de recursos y la inmaculada destinación de dineros, otros piensan que se trata de recordarle a Fúneme la fidelidad familiar y personal, cuestionadas los últimos tiempos. Lo más preocupante es una sobredimensionada exposición de la mujer en asuntos meramente religiosos, en posturas reverenciales solo frente a encuentros católicos y no en escenarios políticos y de gestión, grave retroceso ante la necesidad de una construcción contemporánea del rol femenino, de relaciones de pareja y nuevos liderazgos.
Y sí; en este caso lo privado es público, porque son figuras públicas y si los recursos de todos están en juego, entonces lo privado es político, lo romántico es político, los ´cuernos´ son políticos.
Así que es importante pensar en el papel de las primeras damas y/o gestoras sociales como metáfora pública y política de inequidad y discriminación, pues en el caso contrario, es decir cuando se trata de “los gestores sociales” estos no ¨sacrifican¨ sus proyectos personales y no se dedican al cuidado de la niñez desamparada, sin que sea una tarea menor, por el contrario es tan fundamental que no se trata de un tema de voluntariado o protocolario. Si el Estado no cuenta con recursos económicos y humanos para lo ¨social¨, entonces hacienda, infraestructura, comunicaciones, ciencia y tecnología, salud y otros temas no tiene sentido. Las y los expertos deben estar en lo social, también y especialmente. Además porque es posible que a “las primeras damas” no les interese los ¨temas sociales¨ cómo se toman reduccionistamente.
Limitar a las mujeres a esta dimensión de “gestión social” es desconocer el universo complejo en el que “la primera dama” puede inventar otras posibilidades. La historia de estas mujeres tampoco se agota en la puesta en escena que se ha hecho de su presencia como primeras damas. Ya la congresista Ángela Lozano esposa de la alcaldesa de Bogotá Claudia López en Bogotá ha dicho que no será la gestora social sino que se dedicará a cumplir con sus tareas como congresista. Seguramente las responsabilidades protocolarias estarán, ojalá sin la necesidad de mostrar lo ¨buena¨ esposa que es, ni de sobrexposiciones personales que a nadie interesan, como está pasando en Tunja.
PD.:
-Para darle tono de legalidad al temas de gestoras sociales la Función Pública ha dicho que “la Red de Gestores Sociales fue creada en el año de 1999, como un instrumento para organizar y canalizar el potencia de movilización social y de convocatoria que tienen los cónyuges de los gobernadores nacional, departamentales y municipales, desde su labor de voluntariado, en su papel de gestores de programas sociales que facilitan procesos e impulsar el desarrollo de políticas públicas en beneficio de las poblaciones más vulnerables.”
-Mencionar ejemplos de Tunja recuerdan peores prácticas como las de la gobernación reciente, donde en una especie de familia real la hermana, el hermano, la esposa, el papá y un clan religioso estuvieron empalagosamente (e ilegalmente) presentes.
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