Por: Carlos Castillo Quintero / @burdelpoetry
Tunja es una ciudad sostenida por la niebla, es decir por pequeñas partículas de agua que no se deciden entre la caída, o la evaporación. Tunja es también una ciudad de escritores y letrados. R.H. Moreno Durán aseguraba que allí, en el siglo XVI, había nacido la literatura colombiana en los versos de Sor Josefa del Castillo, y en las Elegías de varones ilustres de Indias de don Juan de Castellanos. En Tunja también nació Claudia R. Niño, autora de A la sombra del olivo (BPoetry, 2020) poemario que, como ella, huye de los territorios de Hunzahúa y se adentra en la cabellera de medusa que es Bogotá.
Pero no es una Bogotá cualquiera a donde va, sino a la de los años 80 del siglo XX, en la que todavía es posible pasar la tarde en algún café del centro, tomando tinto, fumando, y escuchando la palabra alada de escritores y poetas.
Es también la Bogotá del estado de sitio, los allanamientos y las desapariciones. La Bogotá de los carros-bomba del narcotráfico, y también la de la Cinemateca y los cineclubes, la de los bares de salsa y de rock, la de los moteles con pinos adolescentes en sus entradas.
La voz que habla en este poemario es la de una mujer que vive intensamente esa ciudad alucinada, pero que en su interior conserva la niebla de su tierra natal: no se decide por la caída, y tampoco por el vuelo. Dice:
Y si espero a la noche
Y me sumerjo en ella
Y llamo al loco, al suicida,
Y grito su nombre
Y me despojo de todo
Y me entrego
Y muero en el intento
O si sólo sigo aquí, inmóvil, callada
antes del alba.
Y no se trata de indecisión, sino más bien de lo contrario, de apetitos. Y este es, quizá, uno de los rasgos más significativos de la poesía, y en general de la literatura de Claudia R. Niño: sus narradoras son mujeres maduras que saben lo que quieren y eligen en consecuencia. Una literatura escrita por una mujer y en la que se siente lo femenino no como una carga, o una sujeción, sino más bien como una elección placentera.
Si el lenguaje
sólo fuera textura.
Si mudos y ciegos
retomáramos
lo que permite
la piel.
Si tu barba en mi mejilla
fuera el único adjetivo de la noche.
En el contexto de la literatura colombiana, y en particular de la poesía escrita por mujeres, la obra de Claudia R. Niño pareciera deslindarse de compromisos políticos o de reivindicaciones de género, pero no es así. Sus textos, con matices y técnicas minimalistas que toma prestadas de la pintura y de la joyería (territorios de la poesía concreta que ella conoce bien) configuran el retrato de una mujer contemporánea que estudia, trabaja, cría a sus hijos, ama, y se inventa un futuro en un país abandonado por la Providencia.
Si mi mano calculara
el peso exacto
de una gota de rocío,
calcularía también
el vacío
del dios muerto
infinito,
que me ha dejado sola.
Y así, A la sombra del olivo, va cayendo la tarde. Es posible que ella a través de una ventana enrejada, con un gato en su regazo, vea cuando el sol pálido de Bogotá se hunde en el horizonte, pero no es cierto. Ella siempre mira el mar.
Nota: La revista latinoamericana la Raíz invertida, publicó recientemente una selección de poemas de este libro, que se puede leer en el siguiente ENLACE.
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