Amaya, a cuatro meses de entregar el mandato, pasa por su mejor momento

La estadística es contundente. El 82 por ciento de los boyacenses tiene una imagen positiva del gobernador Carlos Amaya. Esto, traducido a gente de carne y hueso, significa que 8 de cada diez boyacenses ven con favorabilidad al actual mandatario departamental.

Lo anterior lo arroja la más reciente encuesta encomendada por EL DIARIO al Centro Nacional de Consultoría, realizada entre el 24 y el 29 de agosto pasados.

Una medición similar, llevada a cabo exactamente hace un año, arrojaba que Amaya tenía una imagen favorable del 70 por ciento; hace seis meses, era del 72 por ciento.  Es decir, el mandatario ha tenido un crecimiento sostenido a lo largo de los últimos meses.

Estas estadísticas no dejan de ser un caso de juicioso análisis ya que, a estas alturas del partido, los gobernantes tienen el sol a sus espaldas y a los ciudadanos hastiados. Sin embargo, con Amaya está sucediendo todo lo contrario. ¿Por qué?

Si bien es cierto tuvo en su contra una oposición férrea y por momentos agresiva, el mandatario supo sortearla, batalló, fue hábil y hoy, literalmente, se alista para salir tranquilo y hasta sonriente del Palacio de la Torre. Los ataques y defensas quedarán para el anecdotario porque, a partir de las evidencias, se puede concluir que no hicieron mella. La política por definición es una confrontación diaria y Amaya, de su paso por la gobernación, sale victorioso.

Ahora bien, los ciudadanos en este momento están observando dos elementos coyunturales y uno de largo aliento. Los primeros son la conmemoración del Bicentenario y el éxito de Boyacá en Corferias. Ambas altamente valoradas por la opinión pública.

No obstante, el segundo, el de largo aliento, es el más interesante y el que da mayor peso a la lectura de la encuesta: El resultado que arrojó en cuanto al estado de ánimo, concepto que tiene que ver directamente con cómo ven los ciudadanos el presente y futuro, tanto suyo como el del departamento en general. 

Como primera medida, la medición arroja que el 72 por ciento considera que Boyacá va por buen camino. Por su parte, para el 70 por ciento, está hoy mejor que hace tres años; mientras que para el 78 por ciento, el departamento ha retomado su importancia nacional.

Esos datos no son de poca monta, más aún cuando a nivel nacional más del 70 por ciento de los colombianos cree que las cosas están empeorando (Gallup junio), lo que quiere decir que la apreciación de los boyacenses está directamente ligada con lo que está sucediendo en Boyacá y no en el país. 

La valoración hecha por los boyacenses tiene su anclaje en la realidad con la reducción de la pobreza, la gobernanza de Amaya llegando a todos los municipios a entregar alguna obra; la importancia de primera línea a la educación, y el liderazgo nacional en temas tan sensibles como el fracking, a cuya práctica se opuso rotundamente ubicando hoy al departamento como referente en esta lucha. 

Por otra parte, y tocando el tema meramente político, Amaya logró generar sintonía con los ciudadanos a partir de conectar acciones de política moderna (con elementos de vanguardia como la sostenibilidad ambiental y el agro como generador de bienestar) con la idiosincrasia, los anhelos y la propia tradición de la región, lo que le dio un aire nuevo a la política departamental, que llevaba años sin una figura que se proyectara a nivel nacional de tal manera. 

Aunque hacerlo parezca sencillo, la filigrana para conectar discurso y acciones políticas con el sentimiento de las masas es de altísimo calado y el actual gobernador de Boyacá lo consiguió. 

Llegar a los números que hoy exhibe el mandatario seccional no es fácil. Allí se llega con base en mucho trabajo, políticas y mensajes concretos y una estrategia que, aunque en un inicio fue criticada, hoy está demostrado que le funcionó a las mil maravillas.