Del Puente de Boyacá a la nueva Marquetalia

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Por |Vicente Ramírez Garzón / Periodista

La efectiva verdad de la guerra Colombiana  puede encontrarse en los nuevos escenarios de la política: el Puente de Boyacá, aurora de la independencia, y el Rio Inírida, de la nueva Marquetalia.

El primero, fue profanado por un personaje que en campaña política mintió al decir que tenía maestría en Harvard, igual que su director de Planeación que mintió al decir que tenía maestría en Toulouse. Fue el 7 de agosto, con motivo del bicentenario de la histórica batalla, cuando negaron el ingreso de la ciudadanía a la conmemoración de la gesta libertadora, que aún hoy algunos chapetones deploran. Se confirmó allí que un banderillero de segunda, fungiendo de comandante general, selló con sonrisa porcina la clausura del estudio crítico de la historia colombiana, y los Boyacenses quedaron notificados del edicto que los margina del desarrollo nacional, porque pese a su laboriosidad, esa historia para el Estado y gobierno actuales, tiene un valor cero.

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La segunda puesta en escena ocurre ahora en el Río Inírida con el Vaupés, en la Orinoquia, frontera con la Amazonia, donde ha ocurrido lo que era previsible, pues como titula el New York Times: “Former TOP FARC Guerrilla Calls for Return to war in Colombia”.

Allí, flanqueado por Santrich y el Paisa, el antiguo comandante y negociador de las Farc, según revela  el NYT, da por fundada la Segunda Marquetalia, convencido, según argumenta, en la traición del Estado a los Acuerdos de Paz de La Habana, y en la perfidia del establecimiento dirigido por una “oligarquía excluyente, corrupta, mafiosa y violenta”.

Vendrán ahora los ¡ay, ay, ay! y las acusaciones bilaterales de las Altas Partes firmantes 

de los acuerdos de paz; pero la efectiva verdad de la cosa es que el Estado, una vez más, ha fallado, en toda la línea, tanto por acción como por omisión, porque desde el comienzo de las negociaciones se le advirtió, inclusive desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que debía proceder de buena fe y cumpliendo principios universales como el “Pacta sunt servanda”, por el que los pactos son para cumplirlos.

Sorpresa no hay porque desde  la alborada se sabía cómo iba a ser el atardecer: se apeló a un referéndum/plebiscito, según se mire, agenciado por un sistema electoral absolutamente corrupto, basado en el viejo adagio: “el que escruta elige”.

Y después se avaló la subversiva idea de que el solemne acuerdo era un maldito papel que tenía que ser hecho trizas. Y a partir de esa orden emanada de los señores y agentes de la guerra, todos los despistados, fanáticos,  sectarios y conversos, por activa o por pasiva, estuvieron de acuerdo con la sistemática eliminación de los líderes sociales y antiguos combatientes avenidos a la concordia.

Es así pues que la historia de Boyacá se sacrificó en el Altar de la Patria del Puente sobre el rio Teatinos, y la declarada Nueva Marquetalia, desde la estrella fluvial colombiana, se da como algo obvio ante la abierta y manifiesta perfidia del Estado y su actual gobierno, porque como declaró el motorista participe en el crimen del industrial Benjamín Khoudari: “¡Si señor Juez, soy culpable, pero más culpable es mi coronel Plazas Acevedo porque él estaba ahí para defender la ley!”*.

* El industrial Benjamín Khoudari, fue secuestrado en Bogotá y asesinado a finales de los años 90 en Pacho Cundinamarca. Los responsables del crimen fueron delincuentes comunes y un grupo de militares, entre ellos el coronel Plazas Acevedo.

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