Obligaciones corrientes convertidas en supuestos recursos extraordinarios
Ni un andén para inaugurar en la celebración del Bicentenario, ninguna obra nueva anunciada, tan solo la nueva promesa de que terminarán las que hace muchos años, debieron ser concluidas. Pero al menos eso. Del ahogado el sombrero.
Llegó la hora de la gran celebración, que no lo será con el superlativo que todos pensaron en algún momento; pero, como siempre, el gobierno valiéndose de ficciones semánticas pretende convertir los recursos corrientes de los presupuestos ordinarios en supuestas cifras extraordinarias para la celebración.
A pesar de los esfuerzos de figuras como el parlamentario liberal boyacense Rodrigo Rojas, al final, la conmemoración de los doscientos años de la Batalla de Boyacá, que selló la independencia y nacimiento real de la actual República de Colombia y de cinco naciones más, resultará en simples saludos a la bandera y los anuncios del gobierno que supuestamente financiará obras que ahora se presentan como prioritarias, cuando su ejecución debió concluirse hace mucho tiempo.
La presentación hecha por el gobierno, tanto en la instalación de la Comisión Accidental de la Cámara de Representantes para el Bicentenario, que contó con la presencia del viceministro de gobierno, Francisco José Chaux y del subdirector del Departamento Nacional de Planeación, DNP, Rafael Puyana, como el día de la firma del llamado Pacto Bicentenario, con la presencia de la Vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y la propia directora del DNP, Gloria Amparo Alonso, (el presidente Duque, que había anunciado su presencia, ese día no llegó) confirmaron que cada uno de los anuncios corresponde a obras aplazadas desde hace décadas, con montos específicos que podrán ser asegurados en un horizontes de diez años, es decir, esta y dos administraciones más.
Dice Planeación Nacional que los compromisos del gobierno incluyen a cinco departamentos y 42 municipios para celebrar el Bicentenario, y hace la lista de las obras principales, que en realidad son a un puñado de carreteras que hace muchos años debieron estar concluidas, no por ser de la Ruta Libertadora, sino por la necesidad de desarrollo y crecimiento del país. Aquí lo único rescatable es que ojalá se conviertan en realidad en el tiempo ya citado, aunque las cifras para su ejecución apenas están definidas, pero no aseguradas.
Por otro lado, tampoco las bancadas parlamentarias de los departamentos involucrados -Cundinamarca, Boyacá, Santander, Arauca y Casanare-, estuvieron en su totalidad presentes, el día de la instalación de la Comisión en el Salón Boyacá del Capitolio, para apoyar y fortalecer las peticiones, lo cual ha sido una constante durante las últimas dos décadas, tiempo en el que se ha hablado del Bicentenario. En el caso de Boyacá, el hecho de que no se inaugure ni un andén el próximo 7 de agosto como hecho real, es responsabilidad de la clase política del departamento que ha actuado en estos mismos 20 años.
Todo sigue como promesa
Tanto en la instalación de la Comisión en la Cámara, como en la firma del Pacto Territorial Bicentenario, establecido en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo y su Plan Plurianual de Inversión para la vigencia 2018-2022, (Art. 250 de la Ley del Plan), el Pacto Bicentenario se establece bajo la figura de dos ejes fundamentales; el primero, un eje de infraestructura para la conectividad vial y el segundo uno sobre las actividades económicas que tienen potencial, no solamente por la inversión que se va a realizar en infraestructura vial, sino por el patrimonio histórico y cultural, que tienen los departamentos incluidos en la Ruta, y sus 42 municipios identificados como beneficiarios directos, donde la apuesta principal es el desarrollo del turismo, que para este gobierno dice ser el nuevo petróleo.
Que los proyectos estratégicos, se plasmarán en un Conpes que asegure las vigencias futuras para obtener los recursos de inversión que implica terminar las obras de infraestructura propuestas y los demás proyectos identificados, comprueba que todo sigue en el orden de las promesas, lo cual fue descrito por el Subdirector de Planeación con las siguientes palabras: “en este momento estamos desarrollando los acuerdos sobre los cuales trabajar en los cinco departamentos, para elaborar el Conpes de importancia estratégica, donde también se incluirá una visión del desarrollo turístico de mediano plazo para la misma región lo cual se está trabajando con el Viceministerio de Turismo”. Aquí surge la duda, ¿Cuántos Conpes han sido redactados y aprobados pero jamás ejecutados o apenas cumplidos parcialmente?
Los ejes viales del Pacto Bicentenario
Que no son ninguna novedad; lo importante será que esta vez el gobierno los saque adelante. Los proyectos que están incluidos en conectividad vial estarían valiendo 3.44 billones de pesos que “es una cifra importantísima para las inversiones que en la siguiente década tienen que realizarse”, según enfatizó Puyana. (Esto demuestra que la plata no está, y si se consigue, será en los próximos diez años).
Los proyectos viales fundamentales son: la doble calzada Zipaquirá – Chiquinquirá – Barbosa (obra prometida hace más de diez años, parte de las famosas 4G); la prolongación de la Doble Calzada Tibasosa-Sogamoso, (que debió ser terminada por lo menos hace nueve años); la carretera de La Soberanía, que es la que va de La Legía – Saravena (obra que hace décadas, por lo menos desde el inicio de la explotación de los yacimientos de Caño Limón, debió ser concluida); la Transversal de Boyacá, desde Dos y Medio a Otanche-Chiquinquirá; no se menciona el tramo Miraflores – El Secreto, (vía que debió ser ejecutada en simultánea con la construcción del Oleoducto Central, hace ya 25 años); la Ruta de los Libertadores, de Belén a Sácama y La Cabuya (obra que tenía que ser realidad desde la construcción de la Marginal de la Selva, hace más de 30 años); el proyecto Duitama-San Gil (proyecto concesionado hace más de diez años y que luego fue parte del pasado Contrato Plan); y, el Proyecto Vado Hondo – Labranzagrande – Yopal. “Estos son los proyectos que crememos son fundamentales pero que están en discusión, que han sido identificados en conjunto con las gobernaciones como proyectos estratégicos y representativos en el Pacto Bicentenario”; otra vez, palabras textuales del funcionario de Planeación en la instalación de la Comisión Accidental.
Como se ve, son obras que simplemente han sido aplazadas indefinidamente desde hace décadas, a las que nunca se les han asignado los recursos suficientes. De modo que para el Bicentenario es este frente no hay ningún anuncio nuevo y menos recursos nuevos.
Inversiones en los municipios
Para decir que sí están interesados en el gobierno nacional, se afirma que “la Vicepresidenta se ha dedicado a saber cuál es la demanda que se tiene desde los territorios; cuáles son esos proyectos y los recursos que se necesitan, para que esto no quede en intenciones buenas el gobierno”, agregando que la señora. Ramírez se ha reunido con todos los gobernadores y gran parte de los alcaldes que hacen parte de la conmemoración, y que toda esta información se ha procesado y precisado con la Directora de Planeación la señora Alonso.
Según Planeación Nacional, hoy existe una demanda territorial que implica cerca de 500 iniciativas de proyectos que necesitarían unos 9.4 billones; el gobierno dice responder con una oferta institucional de 1.560 proyectos cuyo presupuesto para su ejecución sería de unos 6.5 billones de pesos de inversiones, concentradas sobre todo en este cuatrienio, pero también en un horizonte final de cerca de diez años. Estas 1.500 iniciativas de proyectos por 6.5 billones, tienen la siguiente composición: unos 120 proyectos que corresponden a bolsas nacionales, es decir recursos del orden nacional a cargo de los ministerios, con cerca de medio billón de pesos; una oferta que va dirigida directamente al nivel departamental, con 148 proyectos, por cerca de un billón de pesos; y, la mayor parte de la inversión y de la oferta institucional, está en aquellos proyectos que pueden llegar a nivel municipal con cerca de 1.290 iniciativas y proyectos identificados en los 42 municipios incluidos para la celebración, con 4.88 billones. Sumados todos los proyectos, cuestan los 6.5 billones de pesos que es lo que han identificado la vicepresidencia y Planeación nacional.
Como se ve, en este paquete de iniciativas, cabe de todo. La cifra de los seis billones es atractiva y sonora, pero igual se vuelve etérea a la hora de concretar los resultados. Primero, porque todo apenas está en el orden de la promesa, así digan que quedó estipulado en el texto de la ley del nuevo Plan Nacional de Desarrollo; segundo, porque gran parte de estos proceso dependen de la visión y objetivos de las administraciones locales, que, con seguridad, serán hoy unas con los autoridades que están de salida y otras muy distintas con las que lleguen.
Nadie puede sacar pecho
Todo lo anterior comprueba que en realidad para la celebración del Bicentenario no hay un solo peso de recursos nuevos; que todo sigue en el orden de las promesas y que no será inaugurada ninguna obra física, tal como ocurrió hace cien años en la celebración del primer centenario, o hace 50 años en el sesquicentenario. Lo mínimo era que se hubiera inaugurado el circuito vial al Monumento del Pantano de Vargas, con la recuperación y pavimentación completa de Paipa al Monumento, de allí a Duitama y del Pantano a Firavitoba, pero esto también, según la Directora de Planeación, queda como parte de la promesa. Así que sacar pecho y vanagloriarse de algo como gestión o logro para este Bicentenario, no lo creerá nadie.
Obras menores
Dentro del paquete de obras prometidas, hay siete de menor relevancia para el DNP, pero sobre las cuales también se dice se hará el esfuerzo por concrtarlas en el plazo de los próximos ocho años, estas son:
Transversal del carare
Villa de Leyva – Arcabuco
Paipa – Pantano de Vargas – Firavitoba
Paipa – Pantano de Vargas – Duitama
Labranzagrande – Paya – Unchía
Pasca – Paratebueno
Yopal-Bogotá-Unchia-Támara-Sácama