Por: Giovany Pinzón Báez | @gpinzonb
A propósito de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, es importante para Boyacá resaltar la labor que ellas desarrollan en la construcción del campo.
Más de 270 mil mujeres rurales, todos los días se despiertan a las cinco de la mañana, ordeñan sus vacas, preparan el desayuno para sus hijos y familia, alistan y acompañan a sus hijos para la escuela. Regresan a cuidar los animales domésticos, mientras preparan las medias nueves para los obreros.
Antes del mediodía se dedican a cocinar el almuerzo que hay que llevar hasta el sitio de trabajo, para volver en la tarde a pastar los animales, preparar onces para los trabajadores, recibir a los hijos de la escuela, orientar sus tareas, preparar la cena y finalizar acostando a su familia. Su jornada termina con la preparación de ropa y alimentos hasta las diez de la noche para al siguiente día regresar a la misma rutina.
Increíblemente esta maratónica labor no cuenta con reconocimiento alguno y en muchos casos a su trabajo no remunerado se suma el maltrato por parte de sus parejas. Las mujeres rurales constituyen una cuarta parte de la población mundial. Cultivan gran parte de nuestros alimentos, fortalecen las economías y generan resistencia al cambio climático. Sin embargo, en casi todas las medidas de desarrollo les va peor que a los hombres rurales o a las mujeres de las zonas urbanas.
Reconocerlas en nuestra sociedad requiere más allá de un saludo o conmemoración, debe ir al diseño e implementación de políticas públicas haciendo un llamado en favor de la mejora de los servicios públicos, incluidas la atención de la salud, la educación, las guarderías y albergues, para que las mujeres rurales mejoren sus condiciones de acceso a un entorno de vida igualitario, valorado y donde se proyecte el desarrollo integral como mujeres, madres y trabajadoras del campo.