Por: Carlos Molina
Se siguen viviendo catástrofes ambientales a causa de las grandes multinacionales, quienes ven en los recursos naturales una fuente de riqueza y no de vida. A pesar de que se ha demostrado que Colombia no es un país ‘petróleodependiente’, esta actividad sigue siendo uno de los principales renglones de la economía, pero, a costa de la intoxicación del ambiente.
Casos como el que ocurrió en la Serranía de las Quinchas, uno de los pulmones de Colombia y Boyacá, demuestra que la minería sí atenta contra el medio ambiente; una gran cantidad de crudo se derramó al interior de la cuenca hidrográfica. Solo por citar algún aspecto, líderes ambientales afirman que “observaron pozos pequeños de petróleo de 20 centímetros de profundidad, una cantidad abundante capaz de contaminar ecosistemas acuíferos, de fauna y de flora”, lo que indica que ya no habría ríos de agua, sino de crudo. ¡Fatal!
Teniendo en cuenta el caso en mención, tanto autoridades como comunidad, deben reaccionar, pero: ¿Cómo? Seguir con protestas sociales, ejercer presión sobre el gobierno y defender el territorio a toda costa, deben ser los puntos a seguir.
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>Ocensa y autoridades ambientales se reúnen para definir causas de calamidad ambiental
En ese orden de ideas, afrontamos una ‘cruda realidad’ donde los hidrocarburos no están matando poco a poco; es hora de pensar en el agua y no en el petróleo, queda demostrado que el agua es vida, en cambio el ‘oro negro’ enriquece a los de afuera, y empobrece y mata a los de adentro.
¡Boyacá debe apostarle al turismo, al campo, a la cultura, a la gastronomía y al talento humano!
¡La Tierra de la Libertad no depende del petróleo, si de los páramos!