Por: Carlos Molina
Estos últimos días han sido de mucha tensión para los colombianos, quienes han visto distintos escenarios, que han hecho estremecer al país. La participación de la selección Colombia en Rusia, la masacre de Argelia en Cauca y la fractura de costilla de un Expresidente, revolucionaron las redes sociales, generando todo tipo de expresiones.
En un primer caso, hablemos de la selección, 23 escuderos que defendieron al país en tierras europeas dando lo mejor de sí, se quedaron a puertas de la gloria cayendo en una definición por penaltis ante Inglaterra en octavos de final. Los dirigidos por Pékerman unieron a más de 40 millones de colombianos, pero, muchos de ellos, no entendieron que es una derrota con las botas puestas, aprovecharon las redes, y atacaron a Bacca y Mateus Uribe, diciéndoles todo tipo de barbaridades por haber desperdiciado el cobro desde los 12 pasos. En la mayoría de los casos se habla con la cabeza caliente y se olvida que ante todo, somos hermanos.
Otro escenario que aunque tiene mayor importancia, no se trató así, y este fue la masacre de Argelia, Cauca. Allí se encontraron siete cadáveres de campesinos, quienes fueron asesinados por impacto de bala. ¡Volvió el terror al Cauca!, dijeron unos, ¡no más líderes asesinados!, expresaron otros. Este repudiable hecho se dio mientras la selección estaba en mundial, los medios no le dieron tanta importancia, y al final eso es la realidad de Colombia: la violencia, porque en el fútbol no ganamos nada.
La cereza del pastel la puso el querido por media Colombia y odiado por la otra, el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, quien tuvo un aparatoso accidente mientras montaba a caballo, fracturándose una costilla como consecuencia del mismo. De manera inmediata, todos los medios publicaron el hecho, y por un momento se olvidó la derrota de Colombia y la masacre de Argelia, parece que Uribe tiene más pe$o. Afortunadamente, Uribe tiene prepagada y no tuvo que vivir los efecto de la Ley 100, en este caso el pez no murió por su boca.
Los acontecimientos en mención, demuestran que somos un país que vive de las redes sociales, y que está enmarcado en el fanatismo, la indolencia y la indiferencia.