Por | Tarcicio Cuervo
Con la llegada de los “Cuerpos de Paz” a Colombia en la década del 70, que eran excombatientes de la guerra del Vietnam donde traían consigo el vicio de la marihuana, su primer labor, fue incrementar los cultivos de aquel arbusto, pero de forma ilegal, para consumirla y más luego para importarla -también de forma ilegal- a los EEUU a sus compañeros y juventud del país imperio.
El negocio resulto próspero y bacano: millones de dólares por doquier y nadie prohibía, y la juventud gringa se la gozaba; muy pronto se extendió el consumo en todo el mundo y los colombianos se la echaron pues eran los primeros productores del mundo.
Más luego le aparece competencia con otro producto barbitúrico llamado cocaína –más bacano que la cannabis obteniendo buena aceptación, ganando mejores mercados a nivel mundial; convirtiéndose el negocio clandestino en una organización: “LA MAFIA”.
Toda organización mafiosa del mundo maneja millones y millones de dinero, dinero que se adquiere de forma ilegal –matando y robando- para lo cual conforman sus propios ejércitos mercenarios.
Ante la captación de tanto dinero llegan a permear el poder y hasta imponer gobernantes.
En Colombia se organiza la mafia en la década del 70 Y 80 con el establecimiento de los cultivos ilícitos de la coca y la marihuana, con el nombre de “CARTELES”:
El primer cartel fue el “El cartel de Medellín”, lo organizo Pablo Escobar Gaviria con Carlos Ledher, los hermanos Ochoa, y Gonzalo Rodríguez Gacha; la “DEA” registra que un expresidente de Colombia hizo parte de ese cartel con los alias de “Varito” y “El Salgareño”.
“El cartel de Cali”, conformado por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela; estos dos individuos de corte intelectual, apoyaron un candidato a la presidencia y la ganaron: entonces este cartel también impone presidente.
Tan promisorio es el negocio de la droga en Colombia que también la manejan los paramilitares, la guerrilla y los políticos; podemos decir, sin lugar a equívocos que la mafia todo lo permea, cualquiera busca el dinero fácil, no importando utilizar toda la perversidad del caso.
En Colombia operan los diferentes carteles: Carteles de la droga; miremos algunos de ellos; a parte de los ya mencionados, cuando de droga se trata, están otros de renombre, “Cartel de nordeste del Valle”, y el de hoy, “El Cartel del golfo”. Carteles de la industria; “Cartel de los cuadernos”, “Cartel de los pañales”, “Cartel del azúcar”. Muchos son los carteles que han funcionado y funcionan, fíjese que en el seno del estado han aparecido: “Cartel de la DIAN”, “Cartel de la salud”, “Cartel de la chatarra”, “Cartel del anillo”, “Cartel de la toga”; donde sus integrantes son funcionarios del estado, llámese: gerentes, generales y magistrados, todos ellos personas de alto rango burocrático con mando y manejo.
Esta es una realidad que la conoce cincuenta millones de colombianos. Esta es la historia de Colombia de ya más de medio siglo, donde cada día el poder se ejerce con los mismos y los gobernantes se vuelven más canallas y más bellacos, y un pueblo pusilánime y mentecato elige.