Por: Jorge Eduardo Díaz Avendaño
Ingeniero Agrónomo-Universidad Nacional de Colombia
@JorgeEduDiaz
Colombia transita un momento excepcional de su vida nacional, hoy asistimos a un posible periodo de cambios y transformaciones que implicaría pasar la página y reescribir un mejor destino como país.
El evidente desprestigio y agotamiento de las instituciones políticas, así como el imaginario social y ciudadano de una profunda crisis de representación y de legitimidad de los partidos políticos tradicionales, y el vergonzoso ramillete de escándalos de corrupción e impunidad configuran un síntoma evidente de descomposición del sistema político colombiano, el cual ha despertado múltiples manifestaciones de indignación y rechazo por parte de la ciudadanía.
Así lo confirmó la última encuesta bimestral de Gallup sobre percepción ciudadana, la cual mide la imagen desfavorable y la desaprobación de las instituciones políticas en Colombia, los resultados hablan por sí solos; el 89% de los ciudadanos encuestados tienen una imagen desfavorable de los partidos, el 87% del Congreso y el 84% de la Justicia; en palabras coloquiales “el sistema político colombiano hizo aguas”.
Pero, ante este estado de cosas, surgen algunas inquietudes;
¿Cómo responder a la indignación, a la falta de confianza y al desencanto ciudadano?
¿Cómo canalizar el rechazo social hacia la corrupción y la politiquería en acciones que permitan transformar esta realidad?
¿Cómo superar la indiferencia y lograr trascender la indignación de las redes sociales a propuestas concretas de cambio? O mejor dicho, ¿cómo pasar del poder de los likes y los tweets al poder del voto consiente y la participación efectiva?
Una alternativa en esta dirección es la construcción de ciudadanía y el ejercicio de pedagogía política como principio para fortalecer la cultura democrática, recuperar la confianza y la dignidad de la gente decente de este país.
Construir cultura política desde diferentes espacios de vida implica que el ciudadano reconozca su rol como sujeto de derechos, como actor clave en la construcción de una mejor sociedad, y representa la superación de la idea del “ciudadano” como un simple objeto gobernado o como un cliente en periodo de elecciones.
El país requiere más y mejor participación ciudadana, más personas informadas y cualificadas, que no vendan sus principios y no pasen entero. Se debe insistir en la idea que construir ciudadanía es ejercer democracia y es construir país.
Cambiar la página es una invitación a recuperar la dignidad como seres humanos, es una invitación a reconocer nuestro papel como ciudadanos y como sujetos políticos, recordemos que de nuestras decisiones políticas depende el bienestar de la comunidad, del municipio, la ciudad, el departamento y el país.
A propósito de los tiempos que vivimos y ad portas de otro periodo político electoral, vale la pena traer a colación las palabras del poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht, “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas”.
No seamos los analfabetos políticos del cuento, construyamos ciudadanía para cambiar la página y construir un mejor país.
Adenda: La acentuada polarización a la que quieren llevar al país los propagadores de odio y desinformación debe ser superada con hechos de paz y convivencia social, diálogo y deliberación consiente es la salida, derrotemos las prácticas políticas que nos avergüenzan y nos encadenan al atraso.
Tienes toda la razón, y trayendo un poco de lo que decía Jaime Garzón, debemos construir identidad y que todos sepamos que es ser realmente Colombiano.