La Fundación Cultural Entrelíneas, con el apoyo del Ministerio de Cultura, está a punto de concluir por este año su proyecto Pensar desde Colombia, diálogos entre historia y filosofía para reconocer lo que somos, EL DIARIO Boyacá conversó con algunos integrantes de esta organización sobre los resultados más destacables de su iniciativa.
EL DIARIO: ¿Por qué organizaron ustedes el proyecto Pensar desde Colombia?
ENTRELÍNEAS: Porque se habla mucho sobre Colombia pero se piensa poco lo que se dice. Vivimos un momento en el que todo el mundo se siente calificado para hablar sobre la realidad y los problemas del país pero en el que muy pocos se sienten comprometidos en realizar un estudio riguroso de la historia y las diferentes expresiones del pensamiento que se han dado sobre Colombia. Esta situación se ve agravada por los discursos fáciles y sin fundamento que emiten la mayoría de medios de comunicación y políticos. La gente del común finalmente resulta repitiendo sin ningún tipo de crítica lo que los poderosos afirman en su interés propio.
El problema de esto es que la democracia deja de ser deliberativa y se convierte en una gritería en la cual nadie escucha a nadie, todos afirman su dogma y no se piensa seriamente sobre lo que Colombia ha sido, es y llegará a ser.
E.D.: ¿Pueden darnos algunos ejemplos sobre la anterior afirmación?
E.L.: Dos ejemplos. La clase política de este país sostiene como una verdad evidente que Colombia es la democracia más antigua de América Latina. Eso puede ser cierto desde un punto de vista formal, efectivamente acá las elecciones se han interrumpido excepcionalmente poco y la separación de poderes ha funcionado muchas veces, por ejemplo, cuando la Corte Constitucional negó la posibilidad de la segunda reelección de Uribe, pero desde un punto de vista sustancial, esa afirmación es muy discutible dados los altísimos niveles de represión, la extrema desigualdad y las limitaciones a la participación que aún subsisten.
Otro ejemplo puede ser el de la mirada apocalíptica que señala que este país nunca ha cambiado y difícilmente cambiará, que estamos condenados al atraso. Cuando se estudia la historia de Colombia se descubre que esta afirmación carece de todo sustento, que a pesar de todas las salvedades que pueda hacerse este país ha tenido cambios inmensos y en algunos aspectos ha avanzado mucho, sin lugar a dudas ciertos derechos como el de la educación se concreta mejor hoy que hace 50 años y las posibilidades de participación política se han ampliado. Así haya mucho aún por hacer es innegable que este país no está anquilosado y que no es descabellado albergar esperanzas de que puede llegar a ser mejor.
E.D.: ¿Concretamente en qué consistió el proyecto Pensar desde Colombia, diálogos entre historia y filosofía para reconocer lo que somos?
F.E.: El proyecto consistió en 20 sesiones de lectura y conversación alrededor de la historia republicana de Colombia, es decir el periodo que comprende los siglos XIX, XX y lo que va del XXI, intentando entender cómo este país ha llegado a ser lo que es en términos políticos, sociales y culturales. Paralelamente leímos y conversamos sobre algunos importantes pensadores colombianos como Estanislao Zuleta, Danilo Cruz Vélez, Francisco Gutiérrez Sanín, Cayetano Betancur, Luis Eduardo Nieto Arteta, entre otros.
E.D.: ¿Qué conclusiones extraen ustedes de estas actividades?
F.E.: La primera consiste en que debemos dejar de creer en iluminados que dicen sabérselas todas sobre los destinos de Colombia y empezar a estudiar por nuestra propia cuenta y críticamente a aquellas personas, hombres y mujeres, que han pensado rigurosamente la historia y los problemas de Colombia. Si no asumimos una actitud curiosa y estudiosa sobre nuestro país, difícilmente encontraremos los caminos para resolver los problemas que nos afectan e impiden una vida más justa y digna, por tanto seguiremos dependiendo de caudillos y mesías de todas las especies.
También concluimos que en Tunja las universidades y los colegios poco estudian y piensan al país, pero que la gente del común, sobre todo los más jóvenes, sí está ávida de oportunidades para comprender mejor la realidad que Colombia les hace vivir.
Y finalmente concluimos que vale la pena que la gente del común aproveche la riqueza enorme de las ciencias sociales y humanas que se han centrado en el análisis de Colombia y esto solo se logra leyendo y reflexionando en colectivo.