La apertura de Crepes & Waffles en Tunja desató memes como si la ciudad llevara años preparándose para este momento histórico-gastronómico.
Las reacciones van desde el entusiasmo “por fin, carajo”, hasta el humor típicamente tunjano: comparaciones con filas del Sisbén, predicciones de que la entrada será “a código QR entregado por la Virgen del Topo”, y la teoría colectiva de que el primer waffle saldrá con la temperatura oficial del páramo.
También aparecieron los clásicos contrastes boyacenses, que ahora sí Tunja “ya es ciudad”, que “ya era hora de que llegara el postre después de 482 años”, y los inevitables montajes de estudiantes de la Uptc haciendo fila desde la madrugada como si regalaran becas.
Más allá del humor, los memes confirman que la llegada de la cadena se convirtió en un pequeño acontecimiento local: un espacio nuevo para comer, pero también para reírse de nosotros mismos, de nuestros ritmos y de esa identidad tunjana que se toma todo menos con frialdad.
Porque si algo quedó claro, es que antes de probar el primer crepe, Tunja ya se devoró los memes.
