
Comunicador social y periodista boyacense
@GChalito
Escucha lo sonidos de mi alma,
tan solo evidentes en el asombro de la tierra,
solo la dulzura de un niño, despierta los sentidos del más cobarde.
Harías alarde de una gran angustia,
al ver la sumisión del prójimo,
la indiferencia de los dolientes virtuales,
¿o el cinismo del atardecer?
Quiero dormir tranquilo, un sábado lo descubrí,
falta un segundo de aliento, tan solo de saberme perdido en la explosión de tu latir.
Regresar a la tranquilidad, pasa de la percepción a lo incorruptible,
de una mañana de tinieblas, de una ciudad que no despierta.
Y tú, de qué me hablas viejo. Solo de lo que sabe el corazón habla la razón.
Necesitas más argumentos. Tranquilo, seguro existirá una elección.
El miedo es la esencia del polvo,
ese que se levanta desde las entrañas;
hoy verás mi rostro, mañana me dirás que lo extrañas.
Todos debemos irnos, de eso no me cabe duda,
solo que aspiro a dejarte la precisión de una duda,
el susurro cálido de una madre, la incredulidad de quien lo sabe.
A mi conciencia le pasa como a ‘Los Victorinos’. Cuando quiero reír, exploto.
Y eso jamás lo olvidaré. Así quieras borrarlo, por más que intentes negarlo, y en el absurdo caso de que los periódicos lo ignoren.
Te deseo una historia que no tengas que lamentar ante tus seres queridos,
pues sus rostros entumecidos vaciarán tu mente hasta que te cueste.
La capital del pecado percibe lo más aturdidor como si se tratase de una broma que se le hace al mejor postor. Trata de dormir, devuélveme mi sábana.
El papel una vez arrugado, ya sabes en dónde lo has tirado.
Los que se quedan dirán que fue terrorífico, los espectadores refutarán lo contrario; quienes lo manipulan, sabrán difamarlo. Abre la ventana que ya viene el tren por donde pasan los helicópteros. No me llores que no te traerán flores, luego lo volverán museo.












