El anuncio de la puesta en marcha del tren Boyacá–Santander marca un punto de inflexión en la historia reciente del país. Tras décadas de abandono del sistema ferroviario, el Gobierno del Cambio y la gestión del representante a la Cámara Pedro Suárez Vacca concretan uno de los proyectos más esperados por las comunidades del oriente colombiano. La obra no solo restablece un medio de transporte fundamental, sino que impulsa un modelo de desarrollo más equitativo y sostenible.
El nuevo corredor ferroviario conectará a los departamentos de Boyacá y Santander, generando una red estratégica que fortalecerá las dinámicas comerciales, turísticas y sociales de la región. Para el congresista Suárez Vacca, el proyecto representa una oportunidad histórica para el campo boyacense, pues permitirá que los campesinos trasladen sus cosechas de manera más ágil y económica. “El tren no solo une departamentos, también une esperanzas”, señaló, subrayando la dimensión humana de esta iniciativa.
La visión del tren se enmarca en una política nacional que busca recuperar la infraestructura ferroviaria como eje de integración territorial. Durante buena parte del siglo XX, Colombia se articuló a través de los rieles, que servían de motor para el comercio y la movilidad. Sin embargo, la priorización del transporte por carretera llevó a que las vías férreas fueran paulatinamente abandonadas, dejando a muchas regiones aisladas del desarrollo económico.
El regreso del tren Boyacá–Santander corrige ese error histórico. Con una infraestructura moderna y eficiente, el proyecto apunta a revitalizar las economías locales y reducir los costos logísticos de productores y emprendedores rurales. Además, se espera que impulse la creación de empleos, el fortalecimiento del turismo y la consolidación de una red de transporte más limpia y sostenible, coherente con los compromisos ambientales del país.
Uno de los municipios más beneficiados será Barbosa (Santander), por donde el Gobierno confirmó que pasará la línea ferroviaria. Su alcalde, Marco Alirio Cortés, expresó su satisfacción al afirmar que esta obra “permitirá reactivar el oriente del país y volver al tiempo del crecimiento, cuando la sal, el azúcar y el ganado se movían por el tren”. La nostalgia por aquel pasado productivo se combina hoy con la expectativa de un futuro conectado y próspero.
El proyecto, según fuentes oficiales, forma parte del plan nacional de ampliación y modernización de la red férrea, que busca conectar las regiones con los principales puertos del país, generando un sistema multimodal más competitivo. En este sentido, el tren Boyacá–Santander no solo tendrá un valor regional, sino que se integrará a la estructura logística nacional, facilitando el transporte de carga y pasajeros entre el centro y el norte del país.
Con este avance, el Gobierno del Cambio reafirma su compromiso con la equidad territorial y con el fortalecimiento de las regiones históricamente marginadas. Para Boyacá y Santander, el regreso del tren es mucho más que una obra de infraestructura: es una promesa cumplida de desarrollo, conectividad y dignidad regional.
Así, Colombia retoma el sueño de los rieles, no solo como símbolo de progreso, sino como instrumento real de transformación social, demostrando que el futuro puede construirse sobre los caminos del pasado, cuando estos se reactivan con visión, voluntad política y sentido de país.