Cuando Boyacá tuvo mar hace millones de años, en Villa de Leyva hubo un tiburón gigante

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Investigadores del Servicio Geológico Colombiano y de la Universidad Nacional hallaron el fósil de un tiburón gigante de 114 millones de años, que podría ser el más antiguo del mundo.

Un tiburón lamniforme, identificado como Protolamna ricaurtei, pariente lejano del tiburón blanco, con una longitud estimada de unos 6,65 metros habitó en las aguas de Villa de Leyva hace 114 millones de años.

Eso es lo que dicen los científicos del Servicio Geológico Colombiano y de la Universidad Nacional, que hicieron el descubrimiento del fósil, un hallazgo paleontológico sin precedentes en la historia de Colombia.

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La hipótesis de los científicos es que hace más de 100 millones de años, en lo que hoy es el altiplano cundiboyacense, existía un mar cálido y profundo que albergaba criaturas colosales.

El nombre científico de este tiburón que parece mitológico es ‘protolamna ricaurtei’, y su historia acaba de ser reescrita gracias al fósil excepcionalmente conservado encontrado en la vereda Cañuela, en la loma La Catalina, Villa de Leyva.

El ejemplar es destacable por su grado de preservación: conserva al menos 107 vértebras articuladas, dientes, dentículos (las escamas de los tiburones) y restos de tejidos blandos como músculos, piel y cartílago.

Se estima que vivió hace alrededor de 114 millones de años, en el período Cretácico Inferior.

Este fósil es considerado el más antiguo y completo de su tipo (tiburón lamniforme gigante) hasta ahora documentado.

Imagen | SGC

Este hallazgo es importante porque proporciona información sobre la evolución de los tiburones. Los cetáceos tienen un esqueleto mayormente cartilaginoso, lo que dificulta su fosilización. Por eso, encontrar un ejemplar con tantas vértebras articuladas y tejidos blandos es excepcional. Este hallazgo puede ayudar a comprender mejor cómo evolucionaron ciertos rasgos (tamaño, estructura corporal, ecología) en los tiburones a lo largo del tiempo.

Igualmente permite corregir supuestos o paradigmas científicos. Uno de los hallazgos sorprendentes es que los dientes del tiburón son relativamente pequeños frente a su gran cuerpo. Esto desafía fórmulas o supuestos usados anteriormente para estimar el tamaño de tiburones fósiles basándose en el tamaño de sus dientes.

Igualmente evidencia del pasado marino del territorio. Hoy Villa de Leyva está en un altiplano andino, lejos de la Costa. El hallazgo refuerza que hace decenas de millones de años, gran parte de lo que hoy es tierra firme estuvo cubierta por un mar cálido. Este tipo de fósiles ayudan a reconstruir cómo fue el ambiente y la geografía del pasado.

El hallazgo añade prestigio paleontológico a la región y al país. Puede servir para fortalecer museos, centros de investigación, turismo científico, educación local y protección del patrimonio fósil.

El fósil fue inicialmente encontrado por un campesino de la zona y entregado a la comunidad. Eso muestra cómo descubrimientos locales pueden transformarse en hallazgos de importancia global.

El hallazgo inicial ocurrió en 1993, cuando un campesino local, Arquímedes Moreno, encontró fragmentos fósiles y los entregó a la comunidad. Desde entonces, el fósil pasó por varias manos, incluyendo la Fundación Santa Teresa de Ávila, hasta llegar en calidad de préstamo a la Universidad Nacional en 2018. Allí comenzó un proceso de preparación que duró siete años y medio, bajo la dirección de expertos del SGC y la universidad.

Inicialmente, los paleontólogos pensaron que se trataba de un plesiosaurio. Sin embargo, el análisis detallado de las vértebras y otros restos reveló que estaban frente a un tiburón lamniforme del cretácico inferior. Lo más sorprendente fue el estado de conservación.

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