Gremio médico emite alerta sobre vacuna de fiebre amarilla para pacientes con alergias y enfermedades inmunológicas.
Ante el reciente brote de fiebre amarilla en Colombia, que suma 79 casos entre 2024 y lo corrido de 2025 según el más reciente boletín del Ministerio de Salud, el gremio médico ha lanzado una advertencia crucial para personas con condiciones alérgicas o inmunológicas que planean vacunarse. La Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI) emitió una serie de recomendaciones dirigidas a estos pacientes, en un esfuerzo por garantizar su seguridad sin generar pánico ni desinformación.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos y potencialmente mortal. Aunque su vacuna es altamente eficaz y obligatoria para visitar muchas zonas tropicales de Colombia y del mundo, su aplicación requiere precaución en ciertos grupos de riesgo.
La ACAAI recordó que las personas con asma, rinitis alérgica o dermatitis atópica pueden vacunarse sin necesidad de precauciones especiales. No obstante, quienes presentan alergia al huevo o han sufrido reacciones anafilácticas deben acudir primero a una consulta con un alergólogo.
En el caso de pacientes que están bajo tratamiento con medicamentos inmunosupresores o biológicos, como metotrexato o inmunoterapia específica, se recomienda una evaluación médica detallada antes de recibir la vacuna. Lo mismo aplica para quienes presentan inmunodeficiencias graves.
Uno de los puntos más relevantes del pronunciamiento se refiere al uso de anticuerpos monoclonales. Pacientes tratados con medicamentos como Mepolizumab, Dupilumab, Omalizumab o Benralizumab —frecuentemente usados para el asma, urticaria o dermatitis atópica— pueden recibir la vacuna contra la fiebre amarilla siempre que no tengan otras afecciones inmunológicas. En estos casos, no es necesario suspender los tratamientos.
En contraste, la vacunación está contraindicada para quienes se encuentran bajo terapia con inhibidores de JAK como Abrocitinib, Baricitinib o Upadacitinib, si no se realiza un ajuste médico previo. Según la ACAAI, es esencial definir con el médico tratante si se requiere una suspensión temporal del tratamiento o si existen alternativas seguras.
Además, se sugiere que, en general, haya un intervalo mínimo de tres días entre la aplicación de la vacuna y el uso de cualquier tratamiento inmunológico, con el fin de minimizar efectos adversos.
