
Colombia, la gran alcahueta, los deja hacer. Que acaben con lo que queda,
Fernando Vallejo, El desbarrancadero
La Consulta Popular, esa figura democrática que encarna la voz directa del pueblo, se hundió una vez más por el bloqueo sistemático de quienes debieran representarlo. Otra vez el pueblo queda mirando estupefacto desde afuera del Congreso que ya no es un corazón que impulsa decisiones vivas, sino un coágulo que impide circular la voluntad popular.
El Senado rechazó la propuesta de consulta popular sobre la reforma laboral impulsada por el presidente Gustavo Petro, con 49 votos en contra y 47 a favor.
El coágulo tiene como función detener hemorragias. Los senadores se ven a sí mismos como plaquetas patriotas, cerrando el paso a lo que consideran una fuga peligrosa del poder. La participación directa del pueblo les parece una herida abierta, una amenaza. Tal vez por eso prefieren coagular antes que permitir que la sangre fluya.
El coágulo, si no se disuelve, mata. Lo que empezó como protección, termina como obstrucción. El cuerpo (político) comienza a fallar, se enfría, se paraliza. La gangrena institucional no tarda en llegar. La democracia se vuelve necrosis.
El pueblo circula por fuera y trata de golpear las paredes de un organismo que ya no lo reconoce como sangre propia. La Consulta se hunde. ¿Habrá anticoagulantes para una democracia que no permiten fluir?