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El Papa Francisco mostró siempre una calidez humana y una profunda sensibilidad. Su misión fue signada por una incluyente apertura de la Iglesia a creyentes, no creyentes, a los más desfavorecidos, en fin, a la periferia.
No en vano, durante un discurso pronunciado ante los cardenales reunidos en el precónclave el 9 de marzo de 2013, cuatro días antes de que fuera elegido Papa, Francisco señaló que: “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no solo a las geográficas, sino también las existenciales: las del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”.
El Papa Francisco indudablemente reivindicó el ímpetu misionero de la Iglesia, su vocación de acercarse a esas periferias, que, más que lugares apartados, buscaba sobre todo llegar a las personas mas olvidadas y necesitadas.
La elección del sucesor de San Pedro es un acto sagrado que reviste fortalecer más la fe. La elección se realiza en el Cónclave, un lugar cerrado (cum clave, con llave) para garantizar secreto y libertad. El Código de Derecho Canónico define al Papa como el Pastor Supremo de la Iglesia, con potestad plena, suprema e inmediata. Es el sucesor de Pedro, a quien Jesús dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 17-18).
El proceso de elección papal busca siempre la guía del Espíritu Santo. Cualquier cristiano puede invocar al Espíritu Santo para que le conceda gracia y sabiduría. Para el caso de un cardenal, como ser humano, puede ser dócil a sus emociones, así el Espíritu Santo podrá iluminarle el entendimiento, a fin de que, al elegir al sucesor de San Pedro, vote con prudencia, sabiduría y acierto por el bien común de la Iglesia.
Francisco se caracterizó con un estilo sobrio durante su papado: desde su comienzo impuso la pobreza, la humildad y la cercanía con la gente. Hasta en su muerte, buscó la periferia y humildad, tanto así que hasta los no católicos resaltan la sencillez de su lápida y su tumba.
La misión del próximo Vicario de Cristo en la tierra será determinante en los tiempos que corren, se espera que el nuevo Papa viva de cara a Dios y no a los que el mundo pueda opinar. Que su elección sea verdaderamente orientada por el Espíritu Santo y no por las influencias terrenales pasionales y fanáticas.
El nuevo Papa será el sucesor de San Pedro, vendrá después de Francisco, a guiar a la Iglesia en nuestro tiempo mirando al futuro. Sea quien sea, debemos corresponderle respeto, obediencia, apoyo y oración.
“El Papa no es un emperador, es un ‘pobre hombre’ al que Cristo ha llamado. Es el sucesor de San Pedro, pero detrás tiene a la Iglesia”.
José Luis Restán, presidente de Ábside Media.