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En este segundo gobierno, el gobernador Carlos Amaya ha sido totalmente diferente del que conocimos en su primer periodo.
Después de su elección para sus primeros cuatro años, hace casi una década, Amaya comenzó a gobernar de forma tímida y tuvo muchos inconvenientes por noticias o versiones que se filtraron desde el primer círculo del poder. En esa época se registró el escándalo con los utensilios comprados para la Casa del Gobernador y todo parecía indicar que la administración no continuaría bien y que podría terminar en otra frustración, como la que ya hemos tenido los boyacenses en el pasado.
Y, sin embargo, Amaya recompuso el paso; entendió la dinámica de la política, logró que la Asamblea le respaldara sus proyectos, se reconcilió con muchos alcaldes que no eran cercanos a él y, en general, terminó el periodo con una buena calificación. Hubo reconocimiento de la opinión pública, manifestada en las encuestas en las que Amaya varias veces fue calificado como el mejor gobernador del país; y recibió varios premios por su gestión.
Tanto fue así que se dio el lujo de hacer elegir a su sucesor, Ramiro Barragán; y logró para su partido varios escaños en el Congreso. Después de eso comenzó a manejar cada vez más asuntos del departamento y se apoderó de muchas entidades, incluso algunas nacionales.
Ha sido o es tan poderoso que se hizo elegir, por casi 300.000 votos para un nuevo periodo y ahora, en los últimos meses, comenzó a extender ese poder a cargos a nivel nacional; no solo la Presidencia de la Cámara, para Jaime Raúl Salamanca; la Gerencia general del ICA, el Fondo para la Paz, el Ministerio de Trabajo, en fin.
Y por todo eso comenzó a sonar con fuerza para la Presidencia de la República. No lo decimos desde acá; Amaya es tal vez el político regional más poderoso y el de mayor proyección, como lo han resaltado líderes de opinión y medios de comunicación del país.
Creo que la suerte la sonríe y realmente tiene la oportunidad de presentarse como candidato presidencial y, como lo he escrito acá varias veces, hay grandes posibilidades de que pueda ser protagonista.
Por esa razón tal vez, la rueda de prensa anunciada para hoy en la mañana generaba tantas expectativas. Anoche, la Oficina de Prensa de la Gobernación, envió un comunicado informando que a las 9 de la mañana el Gobernador anunciaría “dos grandes victorias para la Boyacá Grande”.
La hora fue cambiada y finalmente comenzó el magno evento en el que se anunciarían las dos grandes bombas noticiosas y tal vez, solo tal vez, después de esos anuncios vendría la noticia de la renuncia de Amaya para presentar su nombre como candidato a la presidencia de la República.
Las ruedas de prensa son justamente una reunión en la que los periodistas son convocados por un gobernante, un funcionario o cualquier persona que conozca de un asunto de interés para informar algo o para dar claridad sobre un asunto que afecta a alguien, a todos, a una comunidad.
Pero aquí ocurrió todo lo contrario; porque no se anunciaron cuáles fueron las dos grandes victorias para Boyacá y tampoco se concretó sobre si el gobernador va a renunciar o no; si va a ser candidato presidencial o no.
Por lo que he escrito en columnas para este espacio, saben ustedes que yo creo que Amaya puede cumplir un papel importante en la disputa por la Presidencia de Colombia. Algunos me dirán que iluso, pero lo conozco desde hace más de 25 años, cuando era un líder estudiantil de la UPTC y sé de sus capacidades; de sus potencialidades y también de sus defectos.
Pero me sigue llamando la atención lo que ocurrió en la rueda de prensa; en donde no quedó claridad de nada y podríamos decir que lo que generó fue confusión e incertidumbre entre los boyacenses.
La eventual renuncia de Amaya genera unos problemas administrativos y presupuestales; inestabilidad política y todos los inconvenientes que surgen por una nueva campaña.
No hubo claridad en cuáles son las realizaciones de este año de gobierno; aunque él dijo que “donde se gobierno bien, se vive mejor’.
Seguramente hubiera sido más afortunado si de una vez le explica a los boyacenses que considera que es tiempo de dar un salto en la política, de buscar otras oportunidades y escenarios en donde seguramente o posiblemente le podrá ayudar más a su tierra.
Pero no. Hoy no hay claridad tampoco si va a renunciar, aunque sí lo insinuó. Lo que sí dijo Amaya es que ya le cumplió al departamento y concluyó “gracias por el honor de permitirme ser su gobernador”.
Para resumir lo que pasó hoy basta con mirar las caras de desconcierto de los secretarios que lo acompañaron en la rueda de prensa.
No sé quién asesoró a Carlos Amaya hoy; pero comenzó su lucha por la Presidencia o concluyó su gestión como gobernador con el pie izquierdo. Seguramente muy pronto volverá a recomponer el paso