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En sus declaraciones durante la Cumbre de Gobernadores de Villa de Leyva, el gobernador Carlos Amaya informó que a partir de ahora, luego de entregar la presidencia de la Federación Nacional de Departamentos, estará concentrado 100 por ciento en la Gobernación de Boyacá. Entre otras cosas sostuvo que se dedicará a sus hijos, a visitar pueblos, provincias y veredas y a atender ciudadanos en su despacho. No lo dijo, pero Amaya no va a descuidar su agenda nacional precisamente cuando algunos medios de comunicación y sectores de opinión del país comienzan a verlo como un posible candidato presidencial.
En las elecciones presidenciales de 2022, cuando Amaya no tenía los alcances que tiene hoy, fue calificado por casi todos los medios como la gran sorpresa en la consulta de la Coalición Verde Esperanza, que se realizó de manera simultánea con la del Pacto Histórico y la Coalición Equipo por Colombia, para definir los candidatos que se enfrentarían en la primera vuelta por la Presidencia.
En esa ocasión el boyacense, aunque perdió con Sergio Fajardo, estuvo muy cerca de Juan Manuel Galán y derrotó a Alejandro Gaviria y a Jorge Enrique Robledo.
Tres años después mucha agua ha corrido por debajo del puente y Amaya es hoy una destacada figura de la política nacional. Si a alguien le quedaban dudas sobre sus capacidades, sus contactos, sus alianzas, su poder de convicción y su conocimiento de los laberintos del poder, ahí está lo ocurrido con su viaje a Emiratos Árabes, al Foro sobre Inteligencia Artificial en Dubai, en donde ‘coincidencialmente’ se encontró con el presidente Gustavo Petro.
Después de eso vinieron los nombramientos de Paula Cepeda, en titularidad como gerente nacional del ICA; y las designaciones de María Fernanda Rojas, como ministra de Transporte; y de Antonio Sanguino, como ministro de Trabajo, los dos cercanos a Amaya; y la Cumbre de Gobernadores, en donde de nuevo quedó demostrado su inmenso poder de convocatoria, de interlocución con el Gobierno nacional y su cercanía con casi todos los ministros.
Amaya entiende el manejo de la política moderna, se mueve bien en redes sociales y tiene algo o mucho de astuto, manipulador, calculador y estratega.
Tiene la facilidad para manejarlo todo y para no dejar que ni una sola de sus ovejas se salga del redil. Y no solo eso, incluso en su ausencia, como dijo que lo ha estado por las tareas que le impuso ser el presidente de la Federación de Departamentos, conquistó políticamente al Alcalde de Tunja, que no era de su equipo; se ha acercado a los alcaldes de Sogamoso y Villa de Leyva y al sacrificado alcalde de Duitama y tiene neutralizado a sus opositores.
Leí en El Colombiano de Medellín que, fuentes de la Alianza Verde, consideran que Amaya se proyecta a largo plazo como un candidato presidencial que pueda recibir apoyos de todas las corrientes políticas, incluyendo al petrismo, con quien es aliado en la actualidad. “A diferencia de Claudia López, su figura no genera tanta resistencia en la izquierda y tiene la maquinaria política electoral suficiente para aceitar sus intereses electorales”, indica el periódico de los paisas.
Ya mencioné muchas de las fortalezas de Amaya, pero también hay que tener en cuenta sus debilidades y retos en su eventual camino hacia la Casa de Nariño, en las elecciones del 2026 o en las elecciones presidenciales siguientes.
Surgen muchas preguntas sobre su futuro: ¿cómo hará para lograr visibilizarse más a nivel nacional, sobre todo a regiones en donde no lo conocen como el Pacífico, en el sur del país o la Costa Norte? ¿Lo desgasta o lo fortalece su apoyo al gobierno Petro? ¿le cree la izquierda que ahora es de ellos? ¿Cómo será su competencia con figuras consolidadas del escenario nacional?
Y tiene otras desventajas, como que, aunque ha consolidado un aparato burocrático impresionante, eso mismo le genera críticas y rechazo de sectores de opinión, entre ellos los periodistas de medios nacionales, que son referentes de la sociedad.
Si quiere Amaya tener ‘un plante’ en Boyacá, debe cambiar aspectos de forma y de fondo en su actual gobierno. No puede seguir siendo tan excluyente y ’su cuarto de hora’ con el Gobierno nacional debería ser aprovechado para lograr, además de puestos para boyacenses, inversiones en obras de infraestructura o en programas sociales, que hasta ahora no se han visto. En fin, lo que tiene Amaya para el futuro en lo político son muchos desafíos.
Lo que sí vale la pena ir evaluando y analizando en Boyacá y lo deben tener en cuenta sus seguidores y malquerientes es que, con candidatura presidencial o sin ella, todo indica que habrá amayismo para rato