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Con Donald Trump no se sabe lo que va a ocurrir. No cree en la ciencia sus avances ni predicciones, tampoco en reglas democráticas, DIH, declaración de derechos, tratados de libre comercio, ni leyes pactadas. No cree en la historia de las naciones, diplomacia, ni países amigos. Cualquiera puede ser el enemigo. Cree que no hay iguales a “ellos”, ni otros humanos como ellos, los demás “deben” ser súbditos y obedientes. En una semana de gobierno ha lanzado ataques a Dinamarca, México, Canadá, Panamá, Colombia, Brasil, Cuba y ratificado su vínculo con el sionista genocida. Con lo que llama “guerra de aranceles” reta a Rusia, China y al universo. Recibe aplausos de los fascistas del mundo.
A pesar de múltiples tensiones significativas en diversos momentos, como la guerra de los mil días, la separación de Panamá, la guerra fría, extradición y gobierno de Samper, Colombia nunca ha roto relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Porque la influencia e intervención en la soberanía y el silencio nacional han sido la constante, ha bastado aplicar con obediencia las políticas anticomunistas, de doctrina de la seguridad nacional, antidrogas, extradición, extractivismo, TLC, que han dejado las tragedias, la barbarie y el saqueo aquí y las ganancias y el control de la impunidad allá.
El discurso de resignación del así estamos bien, para “salvar” las relaciones económicas, políticas y militares entre ambos países, ha caracterizado a los sucesivos gobiernos de hegemonía tradicional liberal-conservadora, a cambio de “estar bien” (ellos allá y las gentes de bien aquí). Esta relación de mando y obediencia pasó por 24 horas su máxima tensión. Trump se enfureció y atacó con una primera batalla experimental de la “guerra de aranceles” ante el rechazo recibido del presidente por el desprecio a 80 inmigrantes reducidos a mercancías y enjaulados con el calificativo de criminales. 40.000 millones de dólares es el costo del comercio conjunto (noticias uno), en transacciones por flores, café, banano hacia allá. Hacia acá de todo un poco y se conocería mejor a través de boicots que puedan tener un efecto dominó global (en Viena han pintado la cruz nazi en vehículos tesla).
Guardado el contexto de cada época, se vislumbran contra Trump hechos similares a las protestas de gobernantes y lideres durante el ascenso de Hitler al poder y el holocausto, que con variada intensidad alzaron su voz con y resistencia, para defender la soberanía y rechazar la obediencia contribuyendo al colapso del nazismo y al surgimiento del nuevo orden internacional basado en la cooperación y los derechos humanos, que está rompiendo Trump a base de negacionismo puro.
Se destacan W. Churchill (Reino Unido), el crítico más consistente del régimen nazi, advirtió de la amenaza que representaba para Europa y el mundo y con discursos icónicos, como «We shall fight on the beaches» movilizó la resistencia británica y mundial contra Hitler. F. Roosevelt (EE.UU) al inicio promovió la no intervención, pero luego criticó el expansionismo y las atrocidades nazis, con el programa “Lend-Lease” suministro material militar a los aliados, declaró la guerra a Alemania y participó en la conferencia de Yalta, donde se planificó el final del conflicto. De Gaulle (Francia) rechazó la colaboración del régimen de Vichy con los nazis, lideró el movimiento Francia Libre, que organizó la resistencia contra los nazis y coordinó acciones militares y políticas para liberar Francia. Haile Selassie (Etiopía) ante la Sociedad de Naciones denunció la invasión de Etiopía por Italia, aliada de Hitler, advirtió la amenaza fascista para el mundo y la ineficacia de la Sociedad de Naciones frente a los regímenes fascistas. Jan Masaryk (Checo) denunció la invasión de Checoslovaquia y trabajó para que los aliados reconocieran las violaciones cometidas por los nazis. M. L. Quezon (Filipinas) condenó las políticas antisemitas de Hitler y estableció el plan de refugio para el escape de miles de judíos. Józef Beck (Polonia) rechazó las demandas territoriales de Hitler sobre Polonia.
Trump inició “su lucha” calificando implícitamente a los inmigrantes de animales (como Hitler y Netanyahu), los asustan, cazan, encadenan, meten a aviones de carga, deportan amarrados y “botan” en su país como delincuentes, violando todo derecho, pacto, ley, protocolo y acuerdo. Suficiente “razón de humanidad” para levantar la voz y rechazar estas acciones que predicen movilización y boicots, reclamos airados por soberanía y dignidad, y avanzadas a unificar agendas de naciones contra el Trumpismo, como ocurrió contra el nazismo y sentar las bases para un orden basado en la igualdad de las naciones, cooperación, derechos humanos y respeto a la soberanía y dignidad de los pueblos.
P.D. Por ahora como en el ajedrez, hay tablas, todo vuelve a su lugar. Hecho superado. Los migrantes son humanos, los fascistas eso: Fascistas.