Derechos y ultraderechas, opuestos antagónicos

Foto | EFE
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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Los derechos son radicalmente opuestos a las ultraderechas. O se está en favor de los derechos o del lado de la ultraderecha, pero no se puede ambos al mismo tiempo. Los derechos se construyen y defienden en las calles y las ultraderechas los pueden derrumbar en las cortes y los parlamentos, depende de cómo se organicen las mayorías que aplastan minorías.

     Los derechos se realizan porque se luchan, las ultraderechas los degradan para garantizar existencia. Los fundamentos de los derechos indican que es la unidad de los pueblos, la que los mantiene vigentes e impide la degradación de la vida y la dignidad. Contra las ultraderechas más derechos, más democracia, y más radicalización en el ejercicio del poder popular.

       Derechos, DIH, paz, son antagónicos al poder de las ultraderechas. América, hoy es el escenario donde mejor se hace visible ese antagonismo entre derechos y ultraderechas. Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador y Donald Trump, trazan una línea de norte, centro y sur, comparten enfoques y sumarán peones gobernantes, salidos de naciones con soberanía usurpada o en peligro. Los tres son de una ultraderecha que adolece de teóricos, teorías y prácticas de validación científica para explicar sus posturas, razón de más para convocar a intelectuales, científicos y artistas a ocupar un lugar del lado de los derechos, del lado de las resistencias y la defensa de la dignidad.

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         Bukele y Milei se afirman en la «mano dura» (seguridad) para saltarse a los derechos humanos como límites al poder y al DIH como medida de respeto por la humanidad, revierten conquistas humanas. Bukele se precia de mantener encarcelados, encadenados, rapados y en extrema humillación a 80.000 jóvenes y ha archivado propuestas de ley relacionadas con identidad de género y despenalización del aborto. Milei ha expresado su admiración por estas tácticas y sugerido adoptar medidas similares en Argentina, atacó universidades y cerró el ministerio de las mujeres, géneros y diversidades, haciendo retroceder la protección de derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQ+. Trump amenaza con dirigir el mundo, aislar a China, rechazar migrantes y recuperar el control de toda América para su imperio, iniciando la reconquista por el canal de Panamá.

       Trump con su eslogan de América primero, ajusta la doctrina Monroe de América para los americanos, buscando recolonizar su patio trasero y llama a agrupar las derechas de América Latina, en una sola ultraderecha, que por afinidad ideológica fortalezca los ambientes de crispación y guerra, para usar la “seguridad” e imponer iniciativas autoritarias y represivas en la región. Los ya probados Bolsonarismo en Brasil, Fujimorismo en Perú, Uribismo y Vargas Llerismo en Colombia, todos comprometidos con graves crímenes y corrupción de altísimo impacto, esperan la orden de atacar, reasumir gobiernos según el libreto. Los gobiernos peones que reciban la protección Trump podrán imponer regímenes de excepción que limiten derechos y libertades o aplicar estrategias de seguridad por encima de derechos, favorables para que ejecuten detenciones masivas y arbitrarias, falsas judicializaciones, encarcelamientos y abusos en centros de detención y estigmatización y agresión a grupos vulnerables sobre la pérfida asociación de pobreza con delincuencia y; de protesta social con insurgencia, eliminando distinciones y exacerbando discriminaciones, xenofobias, homofobias y exclusión social.

      El llamado centro derecha, que se quedó sin respuestas políticas para gobernar (en América y buena parte de Europa) está camaleonicamente plegado a la ultraderecha para defender el reino supremo del capital, y del poder hegemónico tradicional. La vía queda despejada para que progresistas, demócratas e izquierdas radicalicen sus propuestas y programas basados en derechos. El discurso de ultraderecha parece decir: ¡fascistas del mundo uníos en la seguridad y la fuerza!, tiene que ser contrapuesta con el de: ¡excluidos y marginados del poder hegemónico uníos en los derechos y la dignidad!

      La ultraderecha es directa responsable de la erosión de las instituciones democráticas y de la pérdida de garantías a derechos y libertades, ha desestabilizado los sistemas de justicia, afectado la independencia real de poderes, desequilibrado los pesos y contrapesos del sistema democrático y empujado el pensamiento colectivo hacia la fe y la ignorancia. En su modus operandi concentra poder y sus militancias incrustadas en todos los poderes extienden mensajes de negación y posverdades para engañar, confundir e imponer medidas de seguridad (nacional, democrática, ciudadana) de vigilancia, control y fuerza, con el fin de debilitar las capacidades de la sociedad, bloquearle sus resistencias, degradar sus derechos y eliminar las responsabilidades del estado respecto a derechos y bien común. Sus discursos vacíos de validez científica, de ideas e inclusive de sensatez, enaltecen infamias, valentías, odios y soberbias, eliminan la memoria de sus horrores pasados y anuncian apocalipsis para crear miedos y luego ofrecer la ilusión de futuros inciertos. Cínicamente llaman a mitigar inseguridades y rabias que amplifican con sus propios medios de comunicación y redes sociales a su servicio para deslegitimar las luchas sociales, banalizar derechos y naturalizar la técnica de confundir, polarizar y convertir el miedo en odio que algunos grupos y sectores desposeídos ponen en práctica contra sus mismos hermanos de clase. Alientan la guerra, con batallas entre desposeídos. La avanzada de ultraderecha hace prever que en 2025 retornarán, sin demora, nuevas formas de organización, alianzas y unidad de movilización, de grandes movilizaciones con conciencia de clase, para confrontar, resistir y ejercer el poder popular en las calles, que es el lugar público de la democracia de los derechos, desde donde realmente se puede detener el ímpetu, avance y ofensa de la ultraderecha que sabe usar su poder y capital para imponerse en los recintos tradicionales de la ley y de la justicia.

P.D. La ultraderecha colombiana tiene su «sirirí» en las madres buscadoras de sus hijos: de Soacha, la escombrera y creadoras de la primera línea, que han puesto a flote las verdades sobre atrocidades de sus gobiernos, cometidas en nombre de la seguridad, que arrebata derechos.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.

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