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Todavía sigo en mi asombro con tanta vaina que pasa en tan poco tiempo. Bueno, en un corto lapso entre el día en que comencé este escrito y ahora, porque sin compartir un artículo de opinión han pasado meses producto de varias razones. Todas las que puedan imaginarse, menos el gran disfrute de escribir y la bendición de poder publicar estas letras.
Mi corazón aún salta de un lado a otro sin parar, después de haber visto una nota de Carlitos Ramírez (‘El Búho’ como le dicen cariñosamente), desde Paipa, en la que entrevistó al presidente de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, con la que culminó su quehacer como corresponsal de Boyacá para CM&. Esto fue el pasado 14 de noviembre.
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Esa misma noche en la que todo el país vio la última emisión del que fue, casi que sin temor a equivocarme, el noticiero de televisión más imparcial y serio que quedaba. Una fecha triste para quienes amamos el periodismo, creo que quien no haya sentido correr un ‘algo’ por sus venas ese día, quizá no sabe lo que significa haber trabajado en un medio de comunicación y tener la certeza de lo que pasa con la labor periodística.
Es muy probable que me quede más fácil hablarlo en la presente coyuntura que atravieso al haber regresado a la esfera organizacional, sin que eso signifique que no me duela observar este tipo de hechos que han sido muy complejos de digerir. La cara de don Yamid no mintió.
Ese apretón de manos, rodeado de lágrimas, entre Claudia Palacios y Margarita Ortega, tampoco. Los periodistas, camarógrafos y demás equipo de trabajo, muchísimo menos. Mi novia no me deja mentir, no pude contener el llanto.
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Tal vez por ello, tuve que pasar a la transmisión de la entrega 25 de los Premios Latin Grammy, pienso que en su momento, cuando más me invadía la tristeza, de pensar en qué será cada día de nuestra profesión, de analizar sobre lo que vendrá: si se despidió así el gran maestro Yamid Amat (por las razones que sea no le quita el peso y lo que significa esa noticia que nos embarga de tristeza), qué nos espera ante tanta nimiedad; mucho se ha dicho, seguro bastante no se sabe y lo que sabemos lo tragamos rápido para no atorarnos… de realidad.
Así, en medio de mi dispersión inconsciente de desasociego, me entregué a ver a Carlos Vives una vez más en escenarios en los que deja el nombre del país en alto, quien llegaría para alegrar la noche, ya que esta vez recibió tremendo reconocimiento de manos del mismísimo Jon Bon Jovi (quién lo hubiera al menos imaginado hace años)… de ahí a un espectáculo de salsa prácticamente perfecto que cerraron Marc Anthony y la ‘India’, quienes lucían intactos, una escena bastante emocionante, en medio de lo que estaba sintiendo, de lo que siento.
Luego, muy duro de masticar, pues sigo sin comprender o asimilar “su” o el fenómeno que ha despertado, vimos (con mi adorable compañía, mi Clau preciosa) a Karol G, con ese Reguetón que invade las ventas y la mente de los jóvenes, y a las grandiosas Julieta Venegas y Mon Laferte, quienes le entregaron el premio a la artista por mejor álbum de música urbana. Supongo que eso es a lo que llaman entretenimiento.
Un Carín León que… pues sí, es pegajoso su estilo y es uno de los que “arremete” en punta en la ‘nueva onda’… pero, en serio, no me ‘entra’ tanta cosa, ¿estaré envejeciendo? ¿Será que mañana sí será bonito?
Para más nostalgia, se nos fue Sandrita Reyes, apenas unos días atrás dejó este mundo la sinigual Margalida Castro, antes de ello nos había dejado ‘la gorda’ Fabiola, y así… en el plano personal y para retomar como inicié, colaboraba en CM& un parcero del alma, quien acompañó en las buenas y las duras a Carlitos, alguien que nos tocó el fondo del corazón y que hoy añoramos demasiado. Saulito, con su cámara al hombro y ese ser sincero que siempre le conocimos; nos faltó tanto que ni mil párrafos alcanzarían para extrañarlo. Ni un millón de rezos para olvidarlo.
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Se van los que más saben, aquellos que nos han deslumbrado o han tocado nuestras fibras más profundas de alguna manera; casi que olvido lo que no he olvidado, pues sería tortuoso llorar sin haber llorado. Mucho de esto es confuso, lo otro es negarlo, el mundo así lo ha detonado, sabremos acaso en dónde estamos parados. Ya no lo sé, son solo letras al derecho y al revés.
Ahora, y sumercé querido no se afane por cambiar abruptamente de tema (tiene su razón por lo menos en mi enredada cabeza), un Chicó que se salvó del descenso, a pesar de caer estrepitosamente goleado por mi Millos del alma 1 por 5 en Villavicencio en la última fecha del todos contra todos de la Liga BetPlay Dimayor II-2024: ¿Y sí cayó Patriotas Boyacá? Qué asunto tan bravo, que alguien me explique, porque esto no es de merecimientos, pero se veía más apretado el ‘Ajedrezado’ hasta donde pude seguir los encuentros de los dos semestres; y duele mucho, pues considero al ‘Rojiverde’ como el verdadero equipo del departamento. Lo más berraco será para que vuelva (aquí alcancé a medio diagnosticarlo: https://eldiarioboyaca.com/los-equipos-de-futbol-que-representan-a-boyaca-son-magicos/).
¿Qué pasa adicionalmente con la violencia en el fútbol? Me perdonarán estos sobresaltos, créanme que es para preocuparnos, si escucha uno cosas como en Planeta Fútbol por WIN Sports, donde Faryd Mondragón salió a decir sobre el autogol de Davison Sánchez ante Uruguay: «… es de esas calamidades del fútbol, ahí no hay nada qué hacer»… ¿En serio? ¿Calamidad?
Calamidad es todo lo que nos hunde. Y si se trata de hacer alusión a infortunios y demás, lamento en el fondo de mi razocinio que tengamos ‘personajes’ como el “señor Marino”, y le digo “señor”, porque considero que un futbolista debe ser como la mogolla (integral) y el caso de Hinestroza está bien lejos de merecer.
Ni siquiera el ‘Tino’ se atrevió a tanto en su época. Y como él hay otros, más cada cosa que empaña el balompié colombiano e incluso en la órbita internacional por lo que pienso que todos tenemos una parte de culpabilidad.
Los violentos en esta y más disciplinas deportivas son una cuestión inadmisible (obvio, ahí y en todos lados, solo que me refiero a esta parte que sigo y de la que escribo), tanto desde quienes la fomentan, hasta quienes la incitan, la patrocinan, se burlan y la acrecientan; estamos en una cuerda muy floja con esta contrariedad, ¿hay que esperar tener qué lamentar? ¿Más de lo que ya se ha presentado? Pues sencillamente la sola actitud de un porcentaje considerable de quienes rodean este ambiente es deprimente.
Pasemos a un ‘Albiazul’ que no me daba en mis cuentas que clasificara a los cuadrangulares, ¿para qué? ¿Para seguir jugando con nuestros sentimientos? Los míos y los de miles de hinchas que adoramos sus colores. Para mi pesar y aunque alcanzó a romper un récord como goleador, el paso de ‘El Tigre’ no superó las expectativas y fuera de eso nos rompió el corazón: lo queríamos ver campeón. Falcao no necesitaba a Millonarios, es un país el que merecía eso.
Todo se desvaneció en un arrogante partido contra Santa Fe en condición de local, donde más allá del comportamiento de su eterno rival de patio que dejó mucho qué desear, la batuta la debió tomar el equipo del profe Gamero. Y no pasa nada, todavía le creo. Para rematar, ese insulso juego ante Pasto, con la misma displicencia con la que Guzmán derrochó el penalti ante Ospina en la vuelta de la final. Esas son cosas que no se hacen. Y lo sabemos de memoria: “el que no los hace…”, queda eliminado.
Quisiera contarles tanto y de tantas formas, solo que mejor vamos despacio. Agradecer inmensamente a Diosito que es mi gran Ángel Guardián, que con su infinita sabiduría, y sin que yo haga méritos, me brinda sorpresas muy lindas que me mantienen de pie. Por el amor en todas sus formas tangible en las más bellas y extraordinarias personas, por mi familia, los amigos, el trabajo, los retos y oportunidades que este 2024 cargado de enseñanzas dejan en lo más íntimo de mi ser.
Hay un sinfín de cosas por hablar, solo que por este año llegamos hasta acá, con la idea firme de que se animen a leer estas historias que emanan de lo real en un mar de fantasía que suelo crear. Y aunque dar una opinión se considere en la actualidad como un “deporte de alto riesgo”, daré todo de mí por hacerlo más seguido, como me lo ha preguntado, fuera de mis seres queridos claro está, una fiel lectora que tengo (no sé si pueda nombrarla y no alcancé a preguntarle antes de enviar el presente) a quien le había dicho que por estos días publicaría… por allá en septiembre. En serio, no es por falta de ganas. Me encanta redactar lo que asegura una próxima cita en mi andar.
Dar las gracias finalmente a la gerente, quien con su venia y la de mis colegas y amigos de El Diario de Boyacá, casa de la información que quiero mucho, me brindan esta bonita posibilidad de hacer una de las cosas que más amo en la vida.
Nos vemos el otro año en el que espero que no “descienda” la fe, la esperanza, el respeto, la tolerancia, en fin… y en el que las bendiciones abunden, solo se trata de observar lo felices que somos y no lo vemos, lo afortunados que somos cada vez que respiramos.
Ah, y qué tal el “caribonito” de Diego Cadavid dándole vida al gran Darío Gómez (se dio la “pela” de hacer algo distinto, darse y darnos el espacio para disfrutarlo), al lado de incomparables actores como Julio Sánchez Cóccaro, una Yury Vargas que transmite a flor de piel, la magistral Aída Morales como doña “Beri, Beri”, el loco que hace de Julio, los “maestros de maestros” Jairo Camargo, Luis Eduardo Arango y Luis Fernando Hoyos, eso así por encimita, mejor dicho para darle ‘cuerdita’ a esa serie (que no se note que voy en el capítulo 50, jajaja… y no soy fan de ese tipo de música ni de la “tomata” que es como el lunar en cada capítulo; eso sí, admirador del arte y el inmenso talento colombiano que tenemos)… ¿Les conté que tuve el privilegio de hacer mis primeros ‘pinitos’ en un concurso de cine hecho con celular? Pues tenemos mucha tela por cortar… mi tinto sin azúcar por favor vecina. Será hasta la siguiente oportunidad.
¡Bendecido 2025!