Derechos Humanos para llamar a la acción en tiempos de desesperanza

Foto | Saikat Mojumder / saikatmojumder.com/
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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

¿De qué derechos hablar cuando el genocidio contra el pueblo palestino alcanza 50.000 asesinatos, torturas, desapariciones, destrucción total de infraestructuras, condena al hambre, la sed, la enfermedad y el destierro, en desarrollo de operaciones militares abiertas y encubiertas, y con estados cómplices, que mientras ven correr sangre en un lado, hacen fluir los negocios en el otro? ¿De qué derechos hablar cuando quienes certifican el cumplimiento de derechos son quienes no suscriben declaración alguna, ni acatan ningún mandato de justicia universal? ¿De qué derechos hablar cuándo quienes los violan de manera sistemática están cubiertos por mantos de impunidad y ofrecen una paz solo posible con el equilibrio de armas letales y despojan a los pueblos de sus recursos para la vida para dedicarlos a la muerte y con cinismo convocan conferencias para tratar de su celebración?

     El panorama cada año aparece más complejo para la fundamentación y realización de los derechos humanos, pero a pesar de todo, los pueblos (no los grandes financistas, ni los estados), son los llamados a conmemorar en este10 de diciembre los 76 años de la declaración universal, cuyo centro ya no es la libertad, como en la declaración de 1789, si no la dignidad, en reconocimiento de la vida humana como principal riqueza y valor de todo el universo, luego del horror de la barbarie nazi, que hoy repiten los sionistas de Israel. La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, marcó el hito humanístico más importante del siglo XX, al establecer un marco para entender qué es un ser humano hoy en su dignidad, libertad e igualdad, luego de derrotadas la esclavitud, las hordas criminales de la fe y los fascismos.

        El desafío actual de los pueblos está en recuperar la confianza sobre el papel imperativo de los derechos, ante el riesgo que representa para ellos el poder y el capital, que al ir juntos generan un creciente sentimiento de desesperanza respecto a su implementación y efectividad. El panorama es desalentador, pero el problema no son los derechos, si no sus detractores, sus políticas y herramientas de odio, impuestas con miedo e infamia, mientras tergiversan el articulo 30 respecto a que “nada podrá interpretarse en el sentido de conferir derecho alguno al estado, grupo o persona para emprender o realizar actos tendientes a superar cualquiera de los derechos y libertades proclamadas”, que son fruto de las luchas históricas de los pueblos, y no son concesión, ni ley de nadie en particular.

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       La realidad desde hace 200 años sigue demostrando que solamente con la vigencia y acción de los derechos humanos, será posible vivir con dignidad, es decir, libres de patrones, amos y esclavistas, en tanto toda lucha por derechos es legítima y necesaria, más ahora cuando las violaciones y crueldades son usadas por los depredadores para provocar desesperanza, indiferencia e inacción, anteponiendo a la esperanza crisis humanitarias y conflictos. Las violaciones configuran un panorama sombrío con más de 108 millones de personas desplazadas forzadamente en el mundo (ACNUR, 2022), en solo Siria 500.000 muertes, 6.6 millones de desplazados y 5.5 millones de refugiados (ONU 2023), más de 25.000 muertos y 700.000 desplazados en Myanmar (ACNUR, 2017). En solo 2023, 108 millones de desplazados en el mundo, 6.402 asesinatos presentados como falsos positivos entre 2002 y 2008 en Colombia (JEP), una de cada tres mujeres fue violentada sexualmente y ocurrieron 87000 feminicidios en 2021 (UNODC). Cerca de 25 millones de personas victimas de trabajo forzoso (OIT 2023). En Darfur 300.000 muertos y millones de desplazados desde 2003. Desde 2008, cada año 25 millones de personas son desplazadas por la crisis climática (B.M). Es estructural la desigualdad y pobreza extrema del 10% de la población (B.M, 2021) y persistente el saqueo de riquezas colectivas, la ubicación en países seleccionados de campos de experimentación militar y de botaderos de basura de exitosas empresas que envían millones de toneladas a diario y explotan mano de obra en condiciones de esclavitud. Este panorama es de crímenes de lesa humanidad, son violaciones sistemáticas, intencionadas que convocan con mayor razón a devolver los derechos a su lugar de esperanza para aplicar una justicia efectiva contra gobiernos, empresarios y militares responsables, y a crear una sola fuerza de solidaridad capaz de prevenir más violaciones.

        El surgimiento de gobiernos autoritarios con programas basados en un fascismo renovado, son en presente la principal amenaza a derechos humanos, sus decisiones tienden a negar, aplazar y violentar, pero también a desvirtuar o distorsionar la declaración en provecho de alentar retrocesos políticos, sostener guerras como técnica de saqueo, erosionar la democracia y restringir libertades esenciales (inclusive invocando como bandera la libertad, la del mercado, que no es ningún derecho).

       Una paradoja de los derechos humanos, es que a pesar de los avances legislativos y jurídicos, persiste una desconexión entre el marco normativo y su aplicación en la vida cotidiana, en ocasiones se aprueban leyes que degradan, limitan o impiden la realización de derechos y las instituciones encargadas de protegerlos son estratégicamente encerradas entre obstáculos simbólicos, morales, materiales y el multilateralismo y sus órganos de protección y justicia debilitado en instituciones como ONU, CPI, CIJ, CIDH, ONG, en favor de concepciones negacionistas y restrictivas, que los pueblos tendrán que derrotar para traer de regreso la esperanza, la solidaridad y la legitimidad.

     El Día Internacional de los Derechos Humanos es justamente de convocatoria a hacer una pausa para revisar la manera de entenderlos y reafirmar el compromiso colectivo para asumirlos como la  herramienta más poderosa para empujar el cambio y colocar en las agendas públicas las demandas de justicia social, y al mismo tiempo instalar en la conciencia de cada persona la necesidad de contribuir para vivir y defender derechos humanos, iniciando la tarea con acciones cotidianas, con compromiso para educarse, leer, ver, debatir, entender y saber más sobre el qué, para qué y cómo de los derechos humanos y del DIH, y actuar denunciando violaciones, apoyando organizaciones que trabajan en la promoción y protección y vivirlos, como pasos esenciales, para que puedan ser parte vital en los espacios globales y pequeños lugares, en la casa, la calle, la universidad, el colegio, el trabajo.

       El Día Internacional de los Derechos Humanos convoca a reflexionar sobre las violaciones persistentes y los modos de acción colectiva, para combatir la desesperanza con una visión renovada hacia un futuro donde dignidad y justicia sean una realidad para todos los seres humanos.

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