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Por | Alejandro Montero / Publicista y Mercadólogo, magister en Comunicación y Marketing Político
Hoy, madre, estoy lleno de gratitud y alegría. Después de días de incertidumbre, por fin nos llega la mejor noticia: no es cáncer. Saber que estás aquí, sana y fuerte, es lo más hermoso que podría pedir. Hoy quiero pensar en todo lo que has hecho por mí, en cómo siempre has sido mi guía, mi refugio y el ejemplo de amor incondicional. Eres mi fortaleza, mi apoyo, y sin ti y mi padre, no sería quien soy.
Sé que no siempre fui el hijo ideal. Fui un estudiante que te preocupaba más de lo que merecías. Pasaste muchas noches de desvelo por mis errores, pero jamás te diste por vencida. Siempre estuviste a mi lado, apoyándome sin dudar, incluso cuando las cosas no iban bien. Gracias a ti y a mi padre, aprendí que el amor y el esfuerzo son lo más importante para avanzar. Si hoy soy un hombre que valora lo que tiene, es por ustedes.
Si pudiera elegir a mis padres un millón de veces los volvería a elegir. Ustedes son mi todo: el hogar al que siempre quiero regresar. Madre, tus manos cansadas siguen siendo mi refugio, y Pa, tu fortaleza es mi guía. Su amor me ha mostrado que no hay desafío que no podamos superar juntos, como familia.
Y también, aunque ya no está físicamente con nosotros, siempre está la Yayu, mi abuela, que siempre estuvo allí para curarme, sobre todo cuando me raspaba las rodillas jugando fútbol. Recuerdo cómo me ponía esa mezcla de sal y agua. ¡Qué ardía! Pero al final siempre funcionaba. Quiero que sepas, mamá, que no tienes que estar triste. Mi abuela siempre te acompaña, está contigo en todo momento, guiándote y cuidándote. Su amor sigue presente en ti, y lo sigues transmitiendo a todos los que te rodean.
Con todo mi amor, este mensaje es para ustedes, mis padres. Gracias por todo lo que hacen por mí, por su amor, su apoyo y su ejemplo. Los amo con todo mi corazón, y todo lo que hago, lo hago pensando en ustedes.