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Se cumplen en Bogotá las exequias de monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, quien en la década del 90 fue obispo de Chiquinquirá y uno de los promotores del proceso de paz entre los patrones de las esmeraldas. Fue un conciliador, pero también le cuestionan su simpatía y cercanía con el Zar de las Esmeraldas. Mientras para muchos Carranza se dedicó a la guerra y el crimen, para Monseñor era apenas “una oveja que estuvo fuera del rebaño”.
En la catedral San Juan Bautista de la Estrada, en el norte de Bogotá, se cumplirán hoy las exequias de monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, un hombre que fue protagonista del proceso de paz en el occidente de Boyacá durante la década de los 90 del siglo pasado, pero quien fue cuestionado por su cercanía y amistad con varios de los patrones del negocio de las esmeraldas, incluyendo al zar Víctor Carranza, quien falleció en el 2013.
Monseñor había nacido el 17 de mayo de 1937 en Cáqueza, Cundinamarca; inició su camino eclesiástico desde temprana edad. Realizó sus estudios secundarios en el Seminario Menor de Bogotá y continuó su formación en el Seminario Mayor, donde se dedicó al estudio de Filosofía y Teología.
Su interés por los medios de comunicación lo llevó a obtener una licenciatura en esta disciplina en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y un máster en la Loyola Marymount University en 1974. Además, se especializó en Teología Moral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1980-1982).
Fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1962 en Bogotá, y a lo largo de más de cinco décadas de servicio eclesiástico, ocupó importantes cargos dentro de la Iglesia.
En su extenso recorrido, Monseñor Gutiérrez Pabón desempeñó roles significativos, como el de Superior del Preseminario de Bogotá entre 1963 y 1972, párroco de ‘Los Ángeles Custodios’ en Bogotá (1975-1980), y director de la Oficina Arquidiocesana para los Medios de Comunicación Social, así como del Departamento de Medios de la Conferencia Episcopal de Colombia (1975-1978). También fue profesor de Ética de la Comunicación Social en la Universidad de San Buenaventura y ecónomo del Seminario Mayor de San José de Bogotá.
En 1987, fue nombrado Obispo titular de Segia y Auxiliar de Cali por el Papa Juan Pablo II, iniciando su labor como obispo. En 1998, fue nombrado Obispo de la Diócesis de Chiquinquirá, donde consolidó su rol como promotor de la reconciliación, contribuyendo a la pacificación del departamento de Boyacá, marcado por años de conflicto. Su liderazgo promovió el diálogo como un medio fundamental para sanar las heridas del pasado y construir una comunidad más unida.
El papel de Gutiérrez Pabón en el proceso de paz del occidente de Boyacá fue crucial, cuando la región enfrentaba los devastadores efectos de la llamada «Guerra Verde». Este conflicto, protagonizado por esmeralderos y sus aliados armados, dejó miles de víctimas y sumió a las comunidades locales en una profunda crisis social y económica.
El entonces obispo de Chiquinquirá actuó como mediador clave entre los principales actores del conflicto, como Víctor Carranza, reconocido líder esmeraldero, y otros empresarios del sector.
Gutiérrez Pabón facilitó reuniones y promovió la firma del acuerdo de paz en 1990, un pacto que buscaba reducir los enfrentamientos entre los bandos rivales. Este proceso fue impulsado principalmente por la voluntad de los involucrados en la industria esmeraldera y por el acompañamiento de la Iglesia Católica, ya que el Estado mantuvo una intervención limitada. La mediación de Gutiérrez Pabón no solo ayudó a detener la violencia, sino que también sentó las bases para la reconciliación entre las familias enfrentadas, promoviendo valores como el perdón y la convivencia pacífica (Eje21, 2013; El Espectador, 2023).
Carranza, conocido como el ‘zar de las esmeraldas’, jugó también un rol protagónico en este proceso. A pesar de los cuestionamientos sobre sus vínculos con grupos paramilitares, su liderazgo fue determinante para consolidar los acuerdos. Carranza trabajó estrechamente con Gutiérrez Pabón y otros líderes religiosos para garantizar la implementación del pacto, buscando evitar el resurgimiento de la violencia tras su muerte en 2013 (¡Pacifista!, 2015).
Además de mediar entre los empresarios, Gutiérrez Pabón fomentó actividades que promovían la cohesión social, como programas comunitarios y proyectos educativos. Aunque el proceso logró estabilizar temporalmente la región y permitió mejoras en infraestructura y diversificación económica, la paz alcanzada ha sido calificada como incompleta, dado que muchos crímenes quedaron en la impunidad y persistieron tensiones por el control de recursos estratégicos.
Pero hay sectores de opinión, incluyendo voces desde la propia Iglesia Católica, que han cuestionado la cercanía de Monseñor con Carranza y con otros esmeralderos.
El libro Víctor Carranza: alias ‘el patrón’, revela que a pesar de las diversas denuncias y procesos judiciales que se le imputaron a este personaje, mantuvo fuertes alianzas con políticos, altos prelados de la Iglesia y magistrados de las altas cortes que se presentaron como sus defensores. Monseñor Héctor Gutiérrez Pabón consideraba a Carranza como un defensor de la paz; prueba de ello es la entrevista que dio al diario El Universal en el que sostuvo: “No pretendo defender a nadie. Cuando le pregunté a él si era paramilitar, me dijo que tenía 300 hombres armados a su servicio, pero aclaró que no tenían la ideología ‘para’, y negó ser narco”; además, reconoció que “gran parte de las campañas propaz que se hicieron en el occidente de Boyacá llevaban el apoyo financiero de Víctor Carranza”.
Gutiérrez Pabón fue el único en lograr una reunión en una misma mesa de los esmeralderos más poderosos y peligrosos del país en Boyacá.
En otra entrevista con El Tiempo, Gutiérrez Pabón aseguró en su momento que “como cura digo no al pecado, sí al pecador. Como ciudadano, debo buscar la conciliación. No puedo ir a una reunión y decirles, ustedes son unos h. p.».
En una información recogida por BBC Mundo, en la que Gutiérrez Pabón, obispo emérito de la Diócesis de Engativá, habló de su relación con Carranza, que data de cuando era obispo de Chiquinquirá. Monseñor dijo:
«Allí conocí a don Víctor Carranza como uno de los industriales más importantes de las esmeraldas» y recordó que le puso los santos óleos antes de su muerte.
“En más de una ocasión yo le pregunté si era paramilitar, si era guerrillero, si era narcotraficante, a lo cual me contestó que no, que por ningún motivo», dijo Gutiérrez.
En el 2013 el diario El Espectador le hizo un extenso reportaje sobre el tema a monseñor Gutiérrez Pabón, quien aseguró que Carranza “fue un líder, un hombre que no sólo sabe de esmeraldas y de negocios. Es un caballero interesado por la paz, por el bien de la comunidad por eso yo como obispo acogí su bondad y la ayuda que me presentó. Por eso no lo he abandonado en estos momentos de enfermedad”.
El alto jerarca de la iglesia explicó que él conoció otra figura de Carranza; al hombre comprometido con la paz, a un individuo que rechazó la violencia. “Todos tenemos una segunda oportunidad”.