Gulliver, 1984 y …

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Por | Silvio Avendaño

Los viajes de Gulliver, obra de Jonnathan Swift, fue publicada en 1726. En un primer viaje Gulliver llega hasta el país de Liliput, cuyos habitantes no alcanzan las seis pulgadas, sin embargo, a pesar de su pequeñez planean asesinar al viajero. Al arribar a Brobdingang se encuentra Gulliver en el país de los gigantes y pronto comienza a ser objeto de diversión y de burla. Al escapar llega a Laputa, una isla voladora que ataca a los insurrectos quitándole la luz del sol o bien arrojándoles enormes rocas. Un nuevo viaje emprende Gulliver al reino de Baldivari donde los científicos proyectan empresas absurdas. Se embarca, una vez más y arriba a Glubbdubdrib, allí puede evocar a los muertos quienes desvirtúan a los historiadores. Otra isla a la que llega es Luggnagg, lugar donde los humanos padecen la decrepitud. En Tribnia la mayoría de la gente son denunciadores, testigos, delatores, acusadores, querellantes, atestantes, jurados. En el último viaje conoce a los Houyhnhnms, semejantes a los caballos, cuyo gobierno es racional. Gulliver se da cuenta que los yahoos, en otras palabras, los humanos son terribles, y termina por vivir en el mundo de los caballos. Swift, en Los viajes de Gulliver, vislumbra el Estado policial con sus cacerías, espías herejes, traiciones, destinadas a neutralizar el descontento popular. Así para descubrir a los conjurados contra el gobierno se puede descifrar el pensamiento de los conjurados examinando la mierda…

El panóptico, la cárcel ideada por Jeremías Bentham, a finales del siglo XVIII, cuyo objetivo era hacer que el prisionero se sintiera siempre observado después de cumplir la pena, quedó atrás. En el mundo contemporáneo la novela 1984, de George Orwell, traza la atmósfera de la crueldad, en la cual “la libertad es la esclavitud, la guerra es la paz, la ignorancia es la fuerza.” El Estado tiene el control gubernamental, la información es manipulada, la libertad individual es anulada, la sociedad está vigilada, el individuo es espiado en todos sus actos. Sólo que Orwell hizo un relato de ficción política.

Mas la distopia hace presencia en estos tiempos con softwares que penetran el cosmos del ciberespacio. Así un virus parece que ha llegado a estas tierras y, no se sabe a quién espía, escucha, inspecciona en sus conversaciones y quehaceres. ¿Quizá porque hay que vigilar el comportamiento trazado por el orden establecido?¿La independencia, el disentir, la libertad de pensar tiene que ser espiada, perseguida? El único problema es que parece… que todo es un cuento.  No se sabe de dónde salió ese chisme sobre el bendito software. Ni el Estado, ni el gobierno, ni las autoridades del momento supieron de la compra, tampoco de dónde salieron once millones de dólares, por lo tanto, es falso decir que se espía, y obstaculiza, en este país democrático… Conclusión, todo es un cuento de brujas, que no tiene fundamento, porque lo cierto es que la república garantiza la libertad de pensamiento y de palabra, a nadie se vigila…

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